Marruecos.

Seis años de sequía y las olas de calor, han exacerbado la crisis hídrica este verano en Marruecos. La falta de lluvias ha dejado los embalses del país casi al límite con una tasa de llenado del 28%. La situación es más grave en Al Massira, el segundo más grande del país, que está solo a 1,3% de su capacidad. Esta situación ha afectado la agricultura, sector clave en el país, y la disponibilidad de agua potable en el campo y las ciudades.

Según datos oficiales, la disponibilidad de agua por habitante pasó de 2 mil 560 metros cúbicos anuales en 1960, a 606 actualmente. En este panorama, las medidas de ahorro de agua incluyen campañas de concienciación, el cierre de baños públicos y la prohibición de llenar piscinas más de una vez al año. Además, para evitar cortes de agua en grandes ciudades como en Rabat y Casablanca, las llamadas autopistas del agua se han convertido en la solución.

Una de ellas es el acueducto que conecta las cuencas de Sebou (norte) y Bouregreg (centro). Son 67 km de longitud a un costo de unos 556 millones de euros que garantice el abastecimiento de agua a 8 millones de habitantes. Ikram Benchbani, es la responsable de la Dirección de Planificación de Agua en el Ministerio de Equipamiento y Agua marroquí.

“De no ser por este proyecto, Rabat y Casablanca hubiesen sufrido cortes en el suministro de agua potable desde mediados de diciembre de 2023”.

Otra alternativa para enfrentar la crisis es la construcción de plantas desalinizadoras. La idea es movilizar más de mil 700 millones de metros cúbicos al año y cubrir más de la mitad de las necesidades en agua potable en 2030.