Enrique Sacristán.

 

 

Los objetos cercanos a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés), que siguen de cerca a nuestro planeta con extrañas trayectorias de herradura, de vez en cuando pueden acercarse lo suficiente durante horas, días o meses y convertirse en minilunas, aunque no lleguen a completar una revolución completa alrededor de nuestro planeta.

Un ejemplo de estos objetos que son capturados temporalmente por la Tierra durante su sobrevuelo es 2022 NX1. Fue una miniluna de corta duración en 1981 y en 2022, lo volverá a ser en 2051 e incluso podría colisionar a partir de 2075, aunque sin graves consecuencias debido a su pequeño tamaño.

Ahora, dos astrónomos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), los hermanos Carlos y Raúl de la Fuente Marcos, han comprobado que un asteroide recientemente descubierto y denominado 2024 PT5 se convertirá también en una miniluna este mismo año: desde el 29 de septiembre hasta el 25 de noviembre. Los detalles los acaban de publicar en la revista Research Notes of the AAS, donde también se indica que regresará en 2055.

 

Sus dimensiones

 

El pequeño objeto, con un tamaño estimado de unos 10 metros, fue descubierto el pasado 7 de agosto desde Sudáfrica con el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS, por sus siglas en inglés), un conjunto de instrumentos robóticos de prospección astronómica para detectar los NEO de menor tamaño poco tiempo antes de su posible impacto contra la Tierra.

Una semana después del hallazgo, 2024 PT5 ya estaba registrado en una circular del Minor Planet Center, el organismo de la Unión Astronómica Nacional responsable de la designación de los cuerpos menores del sistema solar. Enseguida los dos astrónomos españoles recibieron la alerta, realizaron los cálculos y comprobaron que a finales de este mes se convertirá en una miniluna.

“Los episodios de miniluna se producen cuando un objeto, al aproximarse a nuestro planeta a una velocidad muy baja en términos astronómicos (del orden de 3500 km/h), adquiere un valor de la energía geocéntrica negativo o una excentricidad geocéntrica inferior a 1”, señala Carlos.

“Esto quiere decir –aclara–, que su energía gravitatoria respecto a la Tierra toma un valor matemático negativo al acercarse y se convierte así temporalmente en su satélite, aunque no de una vuelta completa como la Luna, sino solo un arco de la órbita. Además, suele encontrarse a menos de 4,5 millones de km de la Tierra”.

Dos tipos de minilunas

 

El astrónomo explica que se consideran dos tipos de minilunas. Por una parte, las que permanecen ligadas a nuestro planeta durante uno o más años, lo que les permite describir una o más órbitas a su alrededor. De esta clase solo se conocen dos ejemplos: 2006 RH120 y 2020 CD3.

Por otra, están las minilunas que solo pasan semanas o meses con nosotros, de forma que no llegan a completar una revolución en torno a la Tierra. Estas son más habituales y se han presentado estudios sobre 1991 VG (aunque llegó más allá del límite de 4,5 millones de km de la Tierra durante los casi dos meses en los que su excentricidad geocéntrica fue menor que 1), 2022 NX1 y ahora 2024 PT5, por ejemplo, pero hay más sin publicar.

Buen momento para mandar misiones

 

Además de su interés científico, las minilunas podrían ofrecer también beneficios económicos, ya que algunas pueden contener recursos minerales valiosos que podrían explotar las futuras compañías de minería espacial. En este contexto, un buen momento para acercarse sería el periodo en el que están cerca de la Tierra.

“Incluso durante los episodios de miniluna más breves todavía es posible viajar al asteroide con un gasto de combustible moderado, en comparación con un objeto cuya excentricidad geocéntrica es mayor que uno”, apunta Carlos.

“Por tanto –añade–, sobre el papel sería posible diseñar una misión espacial de bajo coste para alcanzar una de estas minilunas durante un episodio de captura de corta duración, digamos unos pocos meses, para recoger muestras y traerlas a la Tierra”.

¿Cuál es el origen de 2024 PT5?

 

Respecto al origen de 2024 PT5, el artículo señala que es poco probable que sea artificial, ya que su evolución dinámica a corto plazo se parece mucho a la de 2022 NX1, un cuerpo celeste del que se ha confirmado que es natural. “No se trata de un objeto fabricado por los seres humanos, no es basura espacial”, subraya Raúl.

El estudio indica que sus elementos orbitales concuerdan con los de los asteroides Arjunas (llamados así en honor al famoso héroe hindú), una población de pequeños NEO de un cinturón de asteroides secundario cuya órbita es muy parecida a la del sistema Tierra-Luna.

Aunque los autores de momento no pueden confirmar la posibilidad de que 2024 PT5 sea un fragmento de nuestro propio satélite, el director del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, Paul Chodas, ha declarado al New York Times que la evolución orbital previa del asteroide sugiere que “posiblemente se trate de un trozo eyectado de un impacto (asteroidal) contra la Luna”.

Observación con el Gran Telescopio Canarias

 

Para confirmar esta hipótesis y obtener más datos, los hermanos de la Fuente Marcos e investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) han observado este mes el pequeño objeto con el Gran Telescopio Canarias. Su objetivo prioritario ha sido obtener el espectro de reflectancia de la luz en el visible del asteroide.

De momento, la colaboración IAC-UCM está analizando minuciosamente los datos, pero sus impresiones actuales es que, probablemente, 2024 PT5 podría ser un fragmento de la propia Luna. En los próximos meses publicarán los resultados definitivos.