España.

En la actualidad, entre España y Portugal hay 2.000 linces ibéricos en libertad. La especie ha pasado de estar en peligro de extinción a ser clasificada como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Un estudio publicado recientemente en la revista Biological Conservation, ofrece nuevos detalles sobre cómo el programa de reintroducción ha sido clave para lograr este éxito de la conservación.

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), en colaboración con el proyecto LIFE LynxConnect, han demostrado que tanto los linces criados en cautividad como los nacidos en libertad se asientan adecuadamente en las áreas de reintroducción, lo que avala la estrategia utilizada.

Los avances conseguidos con este estudio –que ha contado con la participación de investigadores del Centro para la Conservación de la Biodiversidad y el Desarrollo Sostenible (CBDS) de la UPM– han sido posibles gracias al seguimiento de más de 160 linces equipados con dispositivos GPS, que ha permitido a los científicos entender cómo estos felinos se adaptan al medio natural. Los datos han revelado patrones de movimiento y asentamiento que son cruciales para asegurar su integración en sus nuevos hábitats.

En el pasado, otros intentos de reintroducción de especies criadas en cautividad no siempre han sido exitosos, ya que estos animales tendían a acercarse demasiado a los humanos y a desarrollar comportamientos que ponían en riesgo su vida en libertad. Por ello, los centros de cría han adoptado medidas para preparar mejor a los linces para la vida silvestre.

 

Más cautelosos y lentos

 

Ahora, por primera vez, el nuevo estudio confirma que los linces criados en cautividad se comportan de manera muy similar a sus homólogos silvestres una vez reintroducidos, estableciendo territorios estables y adaptándose bien a sus nuevos entornos.

Aun así, el estudio también señala algunas diferencias. Según el seguimiento realizado, los linces subadultos nacidos en cautividad, por ejemplo, no mostraron inmediatamente los patrones de organización territorial típicos de la especie, donde los machos dominan territorios más amplios que las hembras. Además, estos linces tendían a ser más cautelosos y a moverse más despacio, probablemente debido a su falta de experiencia en el entorno natural.

Con el tiempo, sin embargo, los linces criados en cautividad empezaron a mostrar comportamientos más naturales, lo que destaca la necesidad de realizar un seguimiento continuo tras la liberación para asegurar su adaptación y ajustar las estrategias de reintroducción cuando sea necesario.

 

Colonizar y conectar poblaciones

 

Un aspecto interesante que también se ha observado en este trabajo es el comportamiento dispersivo observado en algunos linces, especialmente en los nacidos en cautividad como Kahn, Kentaro, Litio y más recientemente Troncho, que han demostrado una capacidad notable para recorrer largas distancias, en algunos casos de hasta 930 kilómetros desde su punto de liberación.

Estos movimientos no solo son esenciales para colonizar nuevas áreas, sino que también ayudan a conectar poblaciones distantes y mejorar la diversidad genética, un factor crucial para la supervivencia a largo plazo de la especie.

«Los resultados del estudio subrayan la importancia de los linces nacidos en cautividad en los esfuerzos de conservación. Aunque presentan algunas diferencias iniciales en comparación con los linces silvestres, su contribución al crecimiento de la población y a la recuperación de la especie es indiscutible», apunta Pablo Cisneros, investigador de la UPM y coautor del trabajo.