Mindo, Ecuador.
Pequeñas aves de colores sicodélicos llenan un espacio boscoso en las afueras de Quito. Un santuario de flora y fauna, con especies endémicas y amenazadas, enfrenta a ambientalistas y empresas mineras a raíz de vacíos legales.
Una consulta popular de 2023 prohibió toda nueva extracción de minerales en 124.000 hectáreas del Chocó Andino, un bosque húmedo, rico en oro y parte de la reserva mundial de la biosfera.
Pero ambientalistas y la mayoría de los pobladores sostienen que nada ha cambiado desde entonces en la zona cobijada por la decisión que tomó la mayoría del electorado de la capital (68%), pues la minería sigue y reclaman que el gobierno nacional y autoridades locales ordenen la suspensión de esas actividades.
«Se deben revisar las concesiones» vigentes, estima el biólogo Inty Arcos, de 45 años y miembro de Quito sin Minería, que promovió la consulta popular.
En el Chocó Andino, que alberga a unas 600 especies de aves, 270 de mamíferos y 140 de anfibios, «siguen entrando mineros, siguen explotando minería ilegal, sigue saliendo material (aurífero) y eso con toda la zozobra, (…) porque alrededor de la minería también hay violencia, hay grupos organizados delincuenciales», señala el activista.
Los opositores a la minería en esa región sostienen que falta claridad en un dictamen de la Corte Constitucional, que dio paso a la consulta, para que se ejecute definitivamente el mandato popular y no haya nuevas operaciones de minería en el lugar.
En el bosque, que es parte del Gran Chocó, un corredor forestal entre Panamá y Perú, viven unas 21.000 personas.
«Necesitamos una ampliación del dictamen porque también muchos se escudan en que no es suficientemente clara» la normativa surgida de las urnas, señala a la prensa Teolinda Calle, del colectivo Quito sin Minería.
Pero para la presidenta de la Cámara de Minería de Ecuador, María Eulalia Silva, la minería es una actividad «controlada, regulada».
«Prohibir a una industria (…) no es la forma de cuidar el ambiente, mucho menos cuando estamos hablando de una zona en donde el nivel promedio de pobreza ronda el 80%», opina.
– «Siguen entrando mineros» –
«Esto es un paraíso de gran biodiversidad. Hay tucanes, cotingas. (…) También mamíferos como ardillas y osos de anteojos», dice a la AFP Rolando García, de 60 años y habitante de Mindo (noroeste de Quito), donde quedó vedada la minería tanto artesanal como industrial a excepción de una docena de concesiones otorgadas previamente.
Hace unos años, García talaba árboles para abrir paso a la ganadería en la espesa vegetación, pero ahora es un ornitólogo autodidacta que vive del llamado aviturismo: «La minería no es buena, destruye todo», asevera.
Con apenas dos yacimientos industriales de oro y cobre, las exportaciones mineras de Ecuador se ubicaron en el récord de 3.324 millones de dólares en 2023 y podrían escalar a 10.000 millones de dólares (un 10% del PIB) en 2030, según la Cámara de Minería. En el primer semestre de 2024, las ventas alcanzaron los 1.642 millones de dólares.
En las antípodas, Silva asegura que las compañías con «derechos mineros no tienen por qué retirarse de la zona» pues «los efectos de esta consulta iban a regir a futuro».
«Quienes hasta antes de la consulta popular tenían un título minero otorgado por el Estado ecuatoriano, pueden completar todas las fases de la minería. El efecto de la consulta radica en que no va a haber nuevas concesiones» en la zona, pero no afecta las ya otorgadas, sostuvo.
– «Importancia planetaria» –
Arcos, quien vive en el bosque y es coordinador de una organización que representa a los poblados del Chocó Andino, sostiene que la riqueza natural del lugar es de «importancia planetaria».
«Aquí puede estar la cura del cáncer, puede estar la cura de miles de enfermedades, pueden estar los alimentos que necesitamos los seres humanos para el futuro», señala.
La industria minera es un sector estratégico en una economía dependiente del petróleo.
«No puedes hablar de que quieres proteger el ambiente dejando sin oportunidad de desarrollo a las comunidades. La pobreza también es una de las mayores amenazas contra el ambiente», argumenta Silva.
Ecuador, con unos 17 millones de habitantes registró en junio pasado 25,5% de pobreza y 10,6% de pobreza extrema.
A 90 minutos por carretera de la capital, los visitantes se maravillan con este oasis natural. Uno de ellos observa a una ardilla cola roja que desciende de un grueso árbol para comer banano.
«Necesitamos que estén los gallos de la peña, colibríes, los pájaros paraguas, los tucanes para poderle brindar ese servicio al turista. (…) Eso es lo que está en riesgo», advierte Arcos.
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