Guadalajara, México.
Como parte de una campaña nacional para plantar 15.000 millones de árboles hasta 2032, Lucy Kagendo, de la oenegé Green Dimensions Network, plantó 50 arbolitos en Kenia el año pasado. Hoy, la mayoría están muertos.
La plantación de árboles de Kagendo no es la única con resultados decepcionantes. No hay más que echar un vistazo a los esfuerzos de reforestación del norte de la India en los últimos 50 años. Un estudio de la revista medioambiental Nature Sustainability descubrió que «décadas de costosos programas de plantación de árboles en la región no han resultado eficaces», porque no «han contribuido a aumentar la cobertura forestal» ni a mitigar el cambio climático.
Lanzado en 2007, el ambicioso proyecto africano de la Gran Muralla Verde pretendía restaurar con vegetación y árboles 100 millones de hectáreas de tierras degradadas en la región del Sahel. Según las últimas cifras de la ONU, solo se ha plantado una quinta parte de esa superficie. Los avances están estancados por falta de financiación, y algunos de los árboles han muerto por no recibir suficiente agua o cuidados.
Los problemas de las campañas de plantación
Muchas campañas de plantación fracasan porque se plantan los árboles equivocados, en el momento y lugar equivocados. En Turquía, en 2019, por ejemplo, el Gobierno se propuso plantar 11 millones de árboles en todo el país. Sukru Durmus, jefe del sindicato de agricultura y silvicultura de Turquía, dice que «alrededor del 98 por ciento de los árboles plantados murieron en menos de tres meses«, atribuyendo el fracaso al «momento equivocado de plantación, la escasez de lluvias y las especies mal seleccionadas».
Según Seyifunmi Adebote, investigador de gestión medioambiental de Nigeria, muchas campañas fracasan porque la gente se centra demasiado en el hecho concreto de la plantación, en lugar de llevar a cabo una planificación adecuada: «La mayoría de las veces que se realizan campañas, se hacen en el contexto de la política local o de política global, motivadas por la necesidad de cumplir a nivel ecológico», dice Adebote.
Cuidado desde el nacimiento hasta la madurez
Los árboles suelen tardar entre 20 y 30 años en madurar, lo que significa que puede pasar un tiempo antes de que tengan un efecto sobre el clima. Por eso es importante hacer un seguimiento de los ejemplares y recopilar datos después de plantarlos, lo que a menudo no ocurre.
También es importante seleccionar «especies autóctonas adecuadas» y cuidar los árboles a largo plazo. «Las campañas que tienen éxito son las que no solo plantan árboles, sino las que, además, garantizan su supervivencia mediante el cuidado y la supervisión», explica Elsie Gabriel, fundadora del programa indio Young Environmentalists Programme Trust.
El proyecto para reforestar la cuenca hidrográfica de la meseta de Loess, en China, por ejemplo, tuvo éxito porque las especies utilizadas eran autóctonas, resistentes a la sequía y pudieron prosperar en las condiciones locales de clima y suelo. El proyecto logró plantar 270.000 hectáreas de árboles y arbustos, más del triple de la superficie de la ciudad de Nueva York.
¿Quién cuida de los árboles una vez plantados?
Después de que Kagendo, de la Red Green Dimensions, plantara sus árboles en Kenia durante la campaña gubernamental, empezó a preguntarse quién cuidaría de ellos. «El mismo presidente salió a plantar árboles, pero ¿saldrá después a regarlos?» se preguntó.
Lo cierto es que ella misma, con el objetivo de ayudar durante la campaña, llevó a cabo la plantación en un parque nacional situado lejos de donde vive. Ahora, Kagendo asegura que plantará árboles cerca de donde vive, «para poder cuidarlos».
Árboles y diferencias de género
«Las plantaciones en India deberían llegar a las comunidades indígenas locales», afirma, por su parte, Elise Gabriel. «Deberían poder ofrecerse estas oportunidades en las escuelas y colegios. Las mujeres deberían tener trabajo en la horticultura y las plantaciones de árboles para salvar las diferencias de género».
Algunas campañas locales de plantación de árboles que han tenido éxito han utilizado este enfoque. En el proyecto estadounidense Green Seattle Partnership participaron jóvenes voluntarios de colegios y comunidades locales. Hasta ahora, han sumado más de un millón de horas de voluntariado. Y, a veces, menos es más. «Es mejor plantar menos árboles, pero sanos, que plantar muchos y que después no prosperen», destaca la ecologista Kagendo.
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