Redacción.
Hasta cuatro siglos de información científica ha aportado el estudio de esqueletos de los corales de la Gran Barrera australiana, que tenían esa antigüedad, y la conclusión es clara: los mayores episodios de blanqueamiento se han producido coincidiendo con los picos de temperatura causados por el cambio climático durante el verano austral.
2024, 2022, 2020, 2017 y 2016 han sido los cinco veranos negros que han tornado de color blanco mortecino grandes áreas del arrecife más grande del planeta según constata una investigación recogida hoy en la revista Nature.
En concreto, 2024 y 2017 han sido los más devastadores para este ecosistema.
«Las temperaturas del océano durante estos episodios de blanqueamiento no tienen precedentes en los últimos cuatro siglos», resalta en rueda de prensa una de las autoras, Helen McGregor, investigadora de la universidad australiana de Wollongong.
El estudio se basa en 400 años de reconstrucción de la temperatura de la superficie del mar en la Gran Barrera a través de los datos geoquímicos, obtenidos del análisis de los esqueletos de corales de roca recogidos en la barrera realizado por científicos de las universidad desde Wollongong, Melbourne y Queensland (Australia), y Tulane y Columbia (EE.UU.).
Contrasta con la decisión de UNESCO
El hallazgo, ligado sin duda alguna por los autores al cambio climático, pone de manifiesto que la toma de decisiones políticas e institucionales no siempre coincide con el conocimiento científico disponible.
Hace apenas dos semanas, en una reunión celebrada en India, la UNESCO decidió dejar de declarar la Gran Barrera de Coral como un ecosistema «en peligro», argumentado su decisión en los esfuerzos que desarrolla el Ejecutivo australiano para frenar su deterioro.
«La Gran Barrera de Coral está absolutamente en peligro», ha contraatacado el investigador de la Universidad de Melbourne, Benjamin Henley en la misma rueda de prensa.
Aunque el presente estudio es previo a la decisión, fue aceptado por la revista el 4 de junio y la decisión adoptada el 25 de julio, sus resultados confirman los indicios existentes de que a cada récord de temperatura, por un calentamiento cada vez más agravado, ha correspondido un récord de blanqueamiento devastador para la Gran Barrera de Coral.
Los datos de esta investigación indican que en los años 2024, 2017 y 2020, la temperatura del mar en el arrecife alcanzó máximos de 400 años entre enero y marzo (verano austral), siendo 2024 el más cálido registrado con un amplio margen.
Cómo se produce el blanqueamiento
El blanqueamiento del coral se produce cuando el estrés, en este caso causado por las altas temperaturas, hace que el coral expulse las algas que habitan en sus tejidos y que le aportan color.
Al quedar ‘desnudo’ o blaqueado el coral acaba enfermando y en muchos casos muriendo si el calentamiento extremo del océano no se reduce durante un tiempo lo suficientemente significativo para que pueda recuperarse y atraer de nuevo a algas protectoras que lo habiten.
«Cuando observé los datos de 2024, tuve que comprobar tres veces mis cálculos: se salían de la gráfica, casi no podía creerlo», destaca Henley.
Intervención urgente
«Sin una intervención urgente la emblemática Gran Barrera de Coral corre el riesgo de sufrir un blanqueamiento anual por las altas temperaturas oceánicas que pondrá en riesgo su integridad ecológica y valores. Los corales que han vivido durante cientos de años y que han proporcionado los datos para este estudio están gravemente amenazados», agrega McGregor.
En su decisión de no considerar la Gran Barrera de Coral como un ecosistema en peligro (como venía ocurriendo desde 2021), UNESCO detalla un largo listado de actuaciones tanto del Gobierno australiano como del estado de Queensland para protegerlo, que van desde grandes inversiones en conservación a la no autorización de nuevos proyectos de combustibles fósiles.
¿Pero son suficientes los esfuerzos de un solo Gobierno para detener la destrucción de la barrera? La respuesta de los científicos es que no, porque el cambio climático es un desafío global y, cómo tal, sus impactos también dependen de lo que haga el resto del mundo.
«Cuando se recopilan todas las pruebas, lo que realmente me impresiona es la inevitabilidad de los impactos sobre el arrecife en los próximos años, de ahí que no se entienda esta decisión» (de UNESCo), afirma McGregor.
La investigadora sostiene que «ya tenemos las soluciones clave para detener el cambio climático; lo que necesitamos es acelerar radicalmente la aplicación de esas soluciones en todos los países. Cada fracción de grado de aumento de temperatura que logremos evitar cuenta. No podemos perder la esperanza»,
De hacerlo o no dependerá no solo la supervivencia de la Gran Barrera de Coral australiana, «una de las maravillas naturales más espectaculares de la Tierra», sino del resto de arrecifes del planeta que se enfrentan a la misma problemática descrita en este estudio.
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