Sidney, Australia.
El dingo, un depredador canino australiano, mantiene sus características genéticas más de 3.000 años después de llegar a Australia, a pesar de la introducción de los perros con la colonización británica a finales del siglo XVIII, según un estudio científico publicado este martes.
Investigadores de la Universidad Tecnológica de Queensland (QUT, siglas en inglés) y la Universidad de Adelaida han demostrado que los dingos actuales tienen más en común con sus antepasados hace 3.000 años que con los perros domésticos y que ha habido menos cruce entre ambos de lo que se pensaba hasta ahora.
Este descubrimiento puede tener consecuencias en relación con la protección de los dingos frente a las campañas públicas para reducir su población, según un comunicado de la Universidad de Adelaida.
Para el estudio publicado en la revista científica PNAS, los científicos analizaron el ADN de una colección de 42 fósiles de dingos antiguos, que tienen una antigüedad de entre 400 y 2.746 años, y lo compararon con la información genética de sus descendientes actuales y de perros modernos y de la antigüedad.
La llegada del dingo a Australia
Los antepasados del dingo llegaron a la zona continental australiana «probablemente» a bordo de barcos desde diversos lugares de Asia aún no determinados con exactitud hace más de 3.000 años, según un comunicado publicado por la Universidad Tecnológica de Queensland.
Los dingos modernos (‘Canis lupus dingo‘) -que tienen el tamaño de un perro mediano y se desplazan en manadas- se dividen en dos poblaciones regionales diferenciadas por la Gran Cordillera Divisoria, una cadena montañosa que se extiende a lo largo de la costa este de Australia.
Anteriormente se creía que la distribución de ambas poblaciones se produjo tras la llegada de los colonos británicos, mediante la reproducción de crías con los perros domésticos, así como a la construcción de una enorme valla contra los dingos de 4.614 kilómetros que divide el continente australiano desde el noreste hasta el sur del país.
Pero el estudio de la QUT y la Universidad de Adelaida reveló que la distribución de los dingos en Australia se produjo mucho antes de la llegada de los europeos.
«Nuestros hallazgos indican que la estructura de la población de dingos ya existía hace miles de años», explicó Yassine Souilmi, autor principal y experto en ADN antiguo de la Universidad de Adelaida.
«Nuestra investigación confirma que los dingos actuales conservan gran parte de su diversidad genética ancestral», agregó el científico al destacar que estos animales tienen «una gran importancia cultural para los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres (de origen melanesio) y desempeñan un papel esencial en el ecosistema australiano».
Asimismo, el análisis del ADN también ha demostrado que el mestizaje entre dingos y perros modernos ha sido menor de lo que se pensaba, especialmente los que habitan la turística isla Fraser (K’gari), a unos 250 kilómetros al norte de la ciudad de Brisbane y conocida por ataques de estos animales.
«En consecuencia, son conductual, genética y anatómicamente distintos de los perros domésticos», recalcó por su lado, Sally Wasef, coautora principal del estudio y paleogenetista de la QUT, en el comunicado de su institución.
Wasef también recordó que los ataques de los dingos habitualmente se producen por las conductas de los humanos porque los acostumbran a buscar comida en los lugares turísticos, obligando después a las autoridades a sacrificar a estos animales debido a los ataques.
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