Brasil.

Brasil aparece como principal importador de estas sustancias prohibidas. Los expertos denuncian «colonialismo químico», pues «Europa sigue enriqueciéndose a costa de la salud de los países más pobres».

La Comisión Europea prometió, en 2020, prohibir el envío de agrotóxicos no permitidos en el bloque a otros países. Pero las exportaciones continúan.

Los ambientalistas europeos buscan prohibir las exportaciones a otros países, pero enfrentan dificultades, dado el marco político del bloque.

En 2018, Brasil apareció como el principal receptor de dichas sustancias, seguido de Ucrania y Marruecos. En abril de este año, el estudio EU Pesticides Export Ban: What Could Be the Consequences? (Prohibición de Exportación de Pesticidasd de la UE: ¿cuáles podrían ser las consecuencias?), encontró que el 36% del volumen total de los pesticidas importados de la Unión Europea (UE) por Brasil son sustancias prohibidas para su uso en el bloque europeo, según los datos disponibles y más actualizados. En casos como Perú y México, el porcentaje superó el 50%.

La investigación, encargada por Pesticide Action Network (PAN-Europa, una coalición de asociaciones de la sociedad civil de varios países europeos), mostró que el 8,2% de las exportaciones de pesticidas de Alemania, en el año 2022, fueron sustancias prohibidas en la UE.

El investigador de Corporate Europe, João Camargo, quien es uno de los coautores del estudio, afirma que la publicación se produjo precisamente al final del ciclo político en Bruselas y que el tema «fue olvidado» al final ese mandato de la Comisión y el  Parlamento Europeo. En su opinión, «no tiene sentido» permitir las exportaciones de productos que están prohibidos en el bloque precisamente por los peligros que suponen para la salud. El grupo también pide el fin de la producción de estos materiales en la UE.

«Colonialismo químico»

Otra investigación, realizada por la ONG Public Eye, con sede en Suiza, muestra que, en 2018, la UE exportó para uso agrícola un total de 81.615 toneladas de 41 pesticidas prohibidos. Entre los exportadores, Italia ocupó el primer lugar y Alemania, el segundo. Luego se ubicaron los Países Bajos, Francia, España y Bélgica.

Márcia Montanari, investigadora del Centro de Estudios Ambientales y de Salud del Trabajador, del Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Federal de Mato Grosso (Neast/IST/UFMT), afirma que una encuesta reciente, con muestras de alimentos consumidos frecuentemente en Brasil, mostró la presencia de 40 sustancias peligrosas, 11 de las cuales están prohibidas en la UE.

«Europa sigue produciendo estos pesticidas y enriqueciéndose a costa de la salud de la población de los países más pobres», afirma. Los expertos en la materia han acuñado el término «colonialismo químico» para describir este escenario. Actualmente, alrededor del 30% de los pesticidas utilizados en Brasil no están permitidos en otros países, destaca Montanari.

En el bloque, se teme el llamado «efecto boomerang», ya que se consumen productos procedentes de importantes fuentes alimentarias que pueden contener sustancias peligrosas. En el caso de las muestras de Neast, se encontraron pesticidas prohibidos en la UE en productos típicos, en materias primas brasileñas, como la soya.

«Contaminación múltiple»

Según Montanari, está en marcha un proceso de «contaminación múltiple», en el que tanto el agua como los alimentos se ven fuertemente afectados por sustancias peligrosas. Además, otro efecto secundario se produce en los animales, con énfasis en las abejas, que tanto en Europa como en Brasil vienen sufriendo procesos de contaminación, que conducen a que se diezmen comunidades, lo que puede repercutir de diferentes maneras en los procesos de polinización.

Entre las muchas sustancias en circulación está el herbicida atrazina, que, según Montanari, «siempre se encuentra en las muestras». El producto está relacionado con alteraciones endocrinas y neurológicas, además de enfermedades hepáticas. Sólo en 2019, Brasil importó 200 toneladas de este producto de la UE, donde está prohibido desde 2004, por su «extensa contaminación del agua».

Otra importación notable fue el paraquat, un herbicida que recientemente fue prohibido en Brasil, pero que se permitió vender hasta que se agotaran las existencias en el país. El paraquat está asociado con enfermedades graves, como el Parkinson y la fibrosis pulmonar.

El Atlas de Pesticidas de la Oficina Brasil de la Fundación Heinrich Böll –vinculada al partido alemán Los Verdes–, mostró, a partir de una revisión sistemática de análisis realizados y publicados en Brasil entre 2012 y 2019, que había 77 contaminantes diferentes en muestras de agua, incluidos los pesticidas. Se detectaron 21, entre ellos flutriafol, endosulfán alfa y beta, metolaclor y atrazina.

Los expertos coinciden en que, en los últimos años, sobre todo durante el Gobierno del expresidente Jair Bolsonaro, hubo una gran flexibilidad en cuanto a la autorización de sustancias potencialmente nocivas para la salud. El poder legislativo continuó aprobando nuevas propuestas, como el proyecto de ley, que pasó a ser conocido como «Veneno PL», sancionado en diciembre de 2023 por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Montanari evalúa que, durante los años de Bolsonaro, hubo una «mayor movilización y una presión más fuerte» contra los pesticidas, incluso desde el extranjero, y que, actualmente, da la impresión de que «todo se ha aliviado», lo que es incierto. «En la cartera de Agricultura siguen estando las grandes industrias del sector de la misma manera», evalúa.

Escenario europeo bloqueado

Camargo espera que en Bruselas se vuelva a plantear la cuestión de una prohibición de las exportaciones a escala europea, pero reconoce que es complicado.

Según el experto, el desempeño de Los Verdes en la actual coalición gubernamental alemana fue decepcionante, ya que el partido también acabó siguiendo los intereses de la industria. En 2022, el país exportó 18.360 toneladas de pesticidas prohibidos en la UE.