Francia.
La historia de la Fórmula 1 está marcada por la muerte de muchos pilotos. Hoy, a pesar de las altas velocidades, más de 300 kilómetros por hora, los pilotos viajan con relativa seguridad y los accidentes fatales son raros.
Los conductores se sientan en un casco, o tina, hecha de fibra de carbono, compuesta por la célula de supervivencia y la cabina. La estructura de la célula de supervivencia está diseñada para deformarse y absorber la energía de un choque.
Si el automóvil se incendia, se activa un sistema de extinción. Un dispositivo Hans protege la cabeza y el cuello en caso de un impacto frontal, evitando el latigazo.
El casco está asegurado por dos correas elásticas unidas a un marco colocado sobre los hombros del piloto. El monoplaza también está equipado con un arnés, un cinturón de seguridad de seis puntos.
El caparazón del casco hecho de materiales compuestos avanzados está diseñado para soportar aplastamientos y penetraciones. En 2018, la parte superior de la visera se redujo 10 milímetros para brindar protección adicional contra los proyectiles que llegan a alta velocidad.
Una ala aerodinámica en la parte trasera mantiene la cabeza del conductor en su lugar. El halo protege la cabina del piloto, hecho de titanio y fibra de carbono pesa 7 kilos pero puede soportar el peso de un autobús.
El automóvil está diseñado para que en caso de vuelco el conductor pueda salir en menos de 7 segundos.
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