Cádiz, España.
Parecía imposible con la tecnología disponible hasta ahora, pero la combinación de satélites de observación de la Tierra, superordenadores y avanzados algoritmos ha permitido a un equipo internacional de científicos trazar el mapa de contaminación por basura marina en el Mediterráneo más completo hasta la fecha.
Científicos de la Universidad de Cádiz (sur de España), del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español, de la Agencia Espacial Europea (ESA), de numerosas multinacionales del sector espacial y de universidades y centros de investigación de varios países han localizado los regueros de basura que inundan el Mediterráneo y han apuntado además que la incorporación en los satélites de observación de un sensor específicamente diseñado para este fin multiplicaría por veinte la capacidad actual de detección de esa contaminación.
El trabajo, cuyas conclusiones aparecen este viernes publicadas en la revista Nature Communications, plantea que este sensor permitiría la identificación de objetos flotantes de un metro de tamaño, lo que resultaría especialmente relevante no sólo para detectar la basura flotante, también para descubrir pérdidas de carga en barcos, vertidos de petróleo o para tareas de búsqueda y salvamento en el mar.
La investigación, coordinada por Andrés Cózar (Universidad de Cádiz) y Manuel Arias (Instituto de Ciencias del Mar del CSIC), ha sido financiada por la ESA, el Ministerio de Ciencia y la UE, y se ha completado con una demostración de su aplicabilidad con casos reales.
Así, han evaluado la efectividad de los planes de acción contra la basura en el Río Tíber a su paso por Roma (Italia), han identificado focos de contaminación relacionados con el transporte marítimo a través del Canal de Suez (Egipto), y han usado las observaciones por satélite para guiar tareas de limpieza en aguas del Golfo de Vizcaya (España).
Lo nunca visto desde el espacio
«Hemos observado lo nunca visto; algo con lo que nunca van a poder competir los tradicionales muestreos de campo que se hacen para localizar la basura flotante en el mar», manifestó Andrés Cózar, y valoró que lo han conseguido con una tecnología que no estaba diseñada específicamente para este fin, por lo que las posibilidades que ofrecería un sensor específico serán aún mayores.
El investigador adelantó que el siguiente paso será diseñar y probar un prototipo para demostrar la eficacia de ese dispositivo antes de que la ESA -que ha financiado el proyecto- decida incorporarlo a algún satélite de observación de la Tierra en un próximo lanzamiento, y aseguró que otras agencias espaciales, entre ellas la Nasa o la japonesa JAXA, se han interesado también por este trabajo y en el futuro podría fructificar una misión conjunta.
La cantidad de plástico en la superficie del mar rara vez es lo suficientemente alta como para generar una señal detectable desde el espacio, y es necesario que el plástico y otros residuos flotantes se agreguen en densas manchas de al menos una decena de metros de tamaño para que los satélites actuales puedan detectarlas.
Estas manchas (regueros) de basura suelen tener forma de filamento, y surgen como resultado de las corrientes marinas en superficie, han observado los investigadores, y han precisado que la detección de esos regueros revela una muy alta contaminación en un lugar y en un momento concreto.
Los investigadores han comprobado ahora la utilidad de esos regueros, también de los más pequeños, como indicadores de la basura marina en el Mediterráneo, y a partir de una serie histórica de seis años de imágenes de satélite rastrearon el mar en busca de restos de basura cada tres días y a una resolución espacial de 10 metros.
Basura en el mar; una aguja en un pajar
Analizaron unas 300.000 imágenes proporcionadas por los satélites del Programa Copernicus de la UE, cuyos sensores, aunque no han sido diseñados específicamente para la detección de basura, sí han demostrado cierta capacidad para la detección del plástico.
«Buscar agregaciones de basura del tamaño de metros sobre la superficie del océano es como buscar agujas en un pajar», explicó el investigador Manuel Arias.
Los investigadores lograron localizar miles de regueros de basura, muchos de ellos de más de un kilómetro de longitud y algunos de hasta 20 kilómetros, suficientes para crear el mapa de contaminación por basura marina en el Mediterráneo más completo hasta la fecha.
Andrés Cózar detalló que han escudriñado los datos que proporcionan los satélites Sentinel del programa Copernicus de la ESA y han centrado la «búsqueda» en el Mediterráneo, pero que el procedimiento se puede replicar en prácticamente todo el planeta.
Numerosos estudios previos ya lo habían demostrado, pero los investigadores lo vuelven a corroborar. «Sí, hay mucha basura en el mar», aseveró Cózar, y advirtió que la que detectan los satélites es «solo» la que flota en los océanos, pero que una gran parte de los residuos acaban en la costa o sumergidos en el océano, por lo que es especialmente trascendente su detección temprana para proceder a su eliminación y mitigar los efectos más nocivos.
La posibilidad de detectar esos residuos antes de que se hundan permitiría acometer labores de limpieza mucho más dirigidas en el tiempo y en el espacio, explicó el investigador, y señaló también la posibilidad que ofrece este sistema de localizar las fuentes de las que proceden esas «inyecciones» de basura, por lo que sus hallazgos y desarrollos tecnológicos servirían, además de para localizar y retirar la basura flotante, para reforzar las labores de vigilancia y control de la contaminación.
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