Estados Unidos.
Un equipo de astrónomos ha captado lo que parece ser una instantánea de una colisión masiva de asteroides gigantes en Beta Pictoris, un sistema vecino conocido por su temprana edad y su tumultuosa actividad de formación planetaria.
Las observaciones, gracias al telescopio espacial James Webb, ofrecen una visión única de las etapas primordiales de la formación de planetas.
Beta Pictoris, situado a unos 63 años luz de la Tierra, ha sido durante mucho tiempo un punto de interés debido a su proximidad y a los procesos aleatorios en los que las colisiones y otros factores de formación de planetas dictan el destino del sistema.
Con sólo 20 millones de años, en comparación con nuestro sistema solar de 4.500 millones de años, Beta Pictoris se encuentra en una edad clave en la que se han formado planetas gigantes, pero en la que los planetas terrestres aún podrían estar desarrollándose, explica un comunicado de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos.
Tiene al menos dos gigantes gaseosos conocidos, Beta Pic b y c, que también influyen en el polvo y los escombros circundantes.
El equipo de Christine Chen, astrónoma de la Johns Hopkins, detectó cambios significativos en las ‘firmas de energía’ emitidas por los granos de polvo alrededor de la estrella Beta Pictoris comparando los nuevos datos del James Webb con las observaciones realizadas por el telescopio espacial Spitzer en 2004 y 2005.
Con las mediciones detalladas del Webb, el equipo rastreó la composición y el tamaño de las partículas de polvo en la zona exacta analizada anteriormente por Spitzer.
Centrándose en el calor emitido por los silicatos cristalinos -minerales que suelen encontrarse alrededor de las estrellas jóvenes, así como en la Tierra y otros cuerpos celestes-, los científicos no encontraron rastros de las partículas observadas en 2004-05.
Esto apunta a la existencia de un cataclismo en la superficie de la estrella. Según Chen, esto sugiere que hace unos 20 años se produjo una colisión cataclísmica entre asteroides y otros objetos que pulverizó los cuerpos en finas partículas de polvo más pequeñas que el polen o el azúcar glasé.
A su juicio, todo ese polvo es lo que vieron inicialmente en los datos de Spitzer.
«Con los nuevos datos del Webb, la mejor explicación que tenemos es que, de hecho, fuimos testigos de las secuelas de un evento cataclísmico poco frecuente entre grandes cuerpos del tamaño de asteroides, marcando un cambio completo en nuestra comprensión de este sistema estelar».
Los nuevos datos sugieren que el polvo que fue dispersado hacia el exterior por la radiación de la estrella central del sistema ya no es detectable.
Inicialmente, el polvo cercano a la estrella se calentaba y emitía radiación térmica que los instrumentos de Spitzer identificaron. Ahora, el polvo, que se fue enfriando a medida que se alejaba de la estrella, ya no emite esas características térmicas.
En contra de lo inicialmente pensado, las nuevas observaciones del Webb muestran que el polvo desapareció y no fue repuesto. «La cantidad de polvo que fue levantado es unas 100.000 veces el tamaño del asteroide que mató a los dinosaurios», dijo Chen.
«Beta Pictoris está en una edad en la que la formación de planetas en la zona de los planetas terrestres todavía está en curso a través de colisiones de asteroides gigantes, por lo que lo que podríamos estar viendo aquí es básicamente cómo se están formando planetas rocosos y otros cuerpos en tiempo real», resume Chen.
La cuestión que intentan contextualizar los astrónomos es si todo este proceso de formación de planetas terrestres y gigantes es común o raro, y si son tan raros los sistemas planetarios como el Sistema Solar, agrega Kadin Worthen, también de la Johns Hopkins. «Básicamente estamos tratando de entender lo raros o corrientes que somos».
Los resultados se presentaron este lunes en la 244 reunión de la Sociedad Astronómica Americana, en Madison (Wisconsin).
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