El gobierno francés asegura que todo estará listo en términos de seguridad cuando empiecen en julio los Juegos Olímpicos de París, pero la inquietud planea sobre si habrá suficientes brigadas con perros capaces de detectar drogas, armas y explosivos.

Al sureste de París, el Centro Nacional de Formación de Unidades Cinotécnicas (CNFUC) de la Policía Nacional busca paliar esta escasez en un mercado «un poco en tensión», como reconoce Fabrice Decmann, adjunto a la jefa del centro.

Los ladridos de los pastores belgas malinois, alemanes y holandeses resuenan en las paredes del recinto situado en Cannes-Écluse. Kita, Tiago y Tyson saltan y dan vueltas tras una reja a la espera de salir a entrenar.

«Son perros juguetones», explica el funcionario de policía.

El CNFUC suele reclutar 160 perros al año, para acabar quedándose con 120. Pero, con los Juegos Olímpicos y Paralímpicos previstos del 26 de julio al 8 de septiembre, «hemos aumentado el ritmo», agrega.

No detalla su número ni «los materiales que son capaces de buscar», informaciones «confidenciales», precisa Decmann, que concede no obstante que desde inicios de año priorizan los explosivos.

Además de materiales explosivos, en el único centro de formación nacional, los agentes de policía adiestran perros capaces de rastrear drogas, armas y billetes.

El nivel de alerta se sitúa actualmente en «riesgo atentado» en Francia, donde desde la década de 2010 se han registrado varios ataques yihadistas.

«Nuestra vigilancia es máxima, total, absoluta», aseguró el lunes el primer ministro Gabriel Attal, asegurando que estarán aún más presentes durante los Juegos, «cuando todo el mundo acuda a París».

Inquietud en el transporte 

A pedido de la compañía de trenes SNCF y la empresa de transporte público de París RATP, el CNFUC puede también capacitar «monitores», es decir personal apto para formar ellos mismos a los hombres y mujeres que trabajarán con los canes.

Comprensión del perro, rigor, capacidad para leer el comportamiento del animal. Son muchas las cualidades que se exigen a estos guías y, cada año, el índice de fracaso se sitúa entre el 10% y el 15%.

«No podemos permitirnos que los guías hagan un trabajo de manera aproximativa en un tema tan delicado como los explosivos», afirma Yann, instructor desde hace unos diez años y que no desea dar su apellido.

Cuando se esperan más de 10 millones de espectadores en París durante la cita olímpica, la presidenta regional y responsable del transporte público parisino, Valérie Pécresse, expresó en enero su inquietud sobre la falta de unidades caninas, en una carta al gobierno.

Pécresse advierte que el cambio en el proceso de certificación de los binomios caninos para la detección de explosivos «condujo a una reducción» del número disponible y a problemas «para contratar equipos adicionales».

Thierry Morio, jefe del Centro Nacional de Certificación en Cinodetección de Explosivos (Cynodex), prefiere matizar esta afirmación.

«El porcentaje de éxito de la certificación es actualmente del 71% en general, y del 78% en el sector ferroviario», afirma Morio, para quien esta «es la única garantía de un alto nivel de seguridad».

Maxime, un agente de la seguridad ferroviaria en prácticas en el CNFUC, está de acuerdo: «Es un examen nuevo. Seguro que hay fracasos, como en el carné de conducir y otros exámenes, pero nos adaptamos».

Las brigadas caninas son clave para la fluidez del transporte público, porque, en caso de hallarse un equipaje abandonado, son capaces de despejar en 10 o 15 minutos las dudas sobre la presencia de explosivos.

Una intervención de los artificieros puede durar por su parte varias horas, durante las cuales la circulación de trenes está suspendida.