Río de Janeiro, Brasil

El área desforestada en la Amazonía brasileña se redujo un 29,7 % en febrero, en comparación con el mismo mes del año pasado, pero la destruida en el Cerrado (la sabana tropical) saltó un 18,5 %, informó este viernes el Gobierno de ese país.

De acuerdo con los datos del sistema de alertas de deforestación del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués), la Amazonía brasileña perdió 226,3 kilómetros de cobertura vegetal en febrero, casi 100 kilómetros menos que en el mismo mes de 2023 (322 kilómetros cuadrados).

La tala prácticamente volvió al nivel de febrero de 2022 (199 kilómetros cuadrados) pero fue la segunda mayor para este mes desde que el INPE comenzó a utilizar en 2015 su actual herramienta de vigilancia con imágenes de satélites, el llamado Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía en Tiempo Real (Deter).

Pese a la reducción en la comparación con el mismo mes del año pasado, la deforestación en la mayor selva tropical del mundo saltó un 90,6 % en la comparación con enero de este año (118,9 kilómetros cuadrados).

Ese crecimiento pudo obedecer, según los expertos, a que la densa nubosidad registrada sobre el bioma en enero impidió que los satélites captaran áreas devastadas en gran parte de la Amazonía. De esa forma, es muy posible que en febrero el Deter haya registrado la devastación que no consiguió captar en enero.

De cualquier forma, los números de los últimos meses confirman la tendencia a la baja en la destrucción del mayor pulmón vegetal del mundo desde que el progresista Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia brasileña, en enero de 2023, y se comprometió con reducir a cero la deforestación hasta 2030.

La deforestación en la Amazonía brasileña cayó un 50 % en 2023 respecto a 2022, hasta los 5.154 kilómetros cuadrados, su menor nivel desde 2018, tras cuatro años de crecimiento y de niveles récords en el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, que flexibilizó la fiscalización y defendía la explotación económica del bioma.

Las medidas adoptadas por Lula para detener la deforestación, como el refuerzo de los órganos de fiscalización y la recreación del Fondo Amazonía, no se han reflejado en el Cerrado, el segundo mayor bioma del país e igualmente de gran importancia para la biodiversidad.

Según los datos divulgados hoy por el INPE, la devastación de cobertura vegetal en el Cerrado subió hasta 655,5 kilómetros cuadrados en febrero, con un aumento del 18,5 % frente al mismo mes del año pasado (553,2 kilómetros cuadrados) y un salto del 133,6 % en comparación con febrero de 2022 (280,6 kilómetros cuadrados).

La deforestación del Cerrado en febrero fue la mayor para este mes desde que la tala en el bioma comenzó a ser medida por el INPE en 2019 y también subió, en un 121,5 %, en la comparación con enero de este año (295,9 kilómetros cuadrados).

Según el sistema de alertas del INPE, la deforestación en el Cerrado aumentó un 44 % el año pasado, hasta 7.848 kilómetros cuadrados.

De acuerdo con cálculos del Consejo Nacional de Medio Ambiente (Conama), de mantener el ritmo de los últimos meses, la devastación en el Cerrado puede llegar al récord de 12.000 kilómetros cuadrados en 2024.