Por Marlene Corona*, Ciencia UNAM-DGDC
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrentan las mujeres al envejecer? Uno quisiera que no existieran obstáculos y que al llegar a esta etapa de la vida fuera posible gozar de un desarrollo pleno a nivel personal, económico, y social. Sin embargo, en la mayoría de los casos no es así.
Durante la vejez, las mujeres aún están condicionadas por las desigualdades de género que permean a lo largo de su vida. Un ejemplo es que, al llegar a esta etapa la mayoría no cuenta con seguro médico o seguro de ahorro, debido a su bajo nivel educativo y a la poca participación en trabajos remunerados. Esta situación las pone en desventaja y las hace dependientes de otras personas, que pueden ser sus cónyuges o descendencia.
Es necesario que existan políticas públicas con perspectiva de género, que garanticen el respeto a sus derechos desde una edad temprana, para que al llegar a la vejez puedan contar con una mejor calidad de vida.
La doctora Verónica Montes de Oca Zavala, quien es investigadora en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, actualmente coordina el Seminario Universitario Interdisciplinario Sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV), comenta que esta etapa de la vida remite a una construcción sociohistórica en cada país y cultura.
En México se considera que una persona es adulta mayor cuando tiene 60 años o más.
Mientras que el envejecimiento es un proceso que inicia desde el nacimiento y termina con la muerte. Este se encuentra influenciado por aspectos biológicos, psicológicos y sociales que están determinados por la historia, la cultura y las condiciones socioeconómicas de las personas, por ello la forma de envejecer de cada ser humano es diferente.
“Desde que somos niñas y niños tenemos que estar conscientes de nuestro proceso de vida y de nuestro proceso de envejecimiento, para cuidar nuestra salud, prepararnos educativamente y pelear por los derechos fundamentales de las personas. Todo lo que hagamos para beneficio de las personas mayores algún día nos tocará disfrutarlo”.
Desventajas relacionadas con el género
En nuestro país al llegar a la edad adulta existe una mayor proporción de mujeres con respecto a los hombres, esto se debe a que la esperanza de vida es mayor en el sexo femenino; a este fenómeno se le conoce como feminización de la vejez. Sin embargo, el hecho de que las mujeres vivan más años, no significa que la calidad de vida para ellas sea mejor.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2020 residían en México 15.1 millones de personas con 60 años o más, que representaban el 12% de la población total. Por cada 100 niños o niñas con menos de 15 años había 48 personas mayores.
La expectativa de vida para las mujeres durante ese año fue de 78.1 años y se estima que para 2030 vivirán 79.6 años en promedio. Este fenómeno también ocurre en los hombres, aunque la esperanza de vida de ellos es menor a la de las mujeres.
La doctora Montes de Oca ha observado que durante el proceso de envejecimiento existen factores que afectan de diferente manera a mujeres y hombres, los cuales se ven reflejados en sus condiciones de salud, en sus actividades cotidianas y en las formas de convivencia social. El condicionamiento de género juega un papel determinante a la hora de enfrentar este proceso.
Los llamados mandatos de género presentes en la sociedad imponen a las mujeres ciertas actividades no remuneradas como estar al cuidado de otras personas, realizar labores domésticas al interior del hogar, priorizar la salud de los miembros de la familia antes que la suya, entre otras; estos mandatos repercuten en su vida al restarle horas de sueño, de desarrollo, de aprendizaje y finalmente les resta horas para sí mismas, comentó la socióloga.
En México muchas mujeres no cuentan con un alto nivel educativo, debido a que no asistieron a la escuela por tener que quedarse al cuidado de sus hermanos menores o ayudar a sus madres en las múltiples tareas del hogar. Otras tuvieron que dedicarse a cuidar a su propia familia a una edad temprana. Esta situación les resta oportunidades para poder decidir y desarrollarse.
“Cuando una persona tiene una baja escolaridad, lo que sucede es que cuenta con menos elementos para poder decidir bien para su vida misma. A veces ni decide, sino que le son impuestas ciertas tareas”.
Falta de oportunidades
Existe un mayor riesgo de sufrir pobreza durante la vejez debido a que las mujeres se enfrentan a la falta de oportunidades para incorporarse a trabajos remunerados y acumular ahorros.
Quienes trabajan al interior del hogar y realizan actividades de cuidado, muchas veces no reciben algún ingreso económico. De acuerdo con la doctora Verónica, el cuidado es un trabajo sumamente complejo “Creo que esa negligencia de entender socialmente el cuidado, ha hecho también invisible el gran trabajo que realizan muchas mujeres”
A esta situación se suma la doble carga de esfuerzos que desempeñan, al realizar tareas de cuidado y laborales.
Las mujeres que logran trabajar en actividades remuneradas, no siempre cuentan con seguridad social, no tienen prestaciones ni derechos laborales. Este panorama condiciona su desempeño y su proceso de envejecimiento.
El monto de las pensiones es menor para las mujeres, debido a que este se calcula en función de la esperanza de vida.
La propuesta a nivel internacional es que se establezca una misma tabla de mortalidad, para que la pensión sea general para todos sin importar la identidad sexogenérica. Esta situación nos hace ver que aún falta una perspectiva de género en la seguridad social, que le dé igualdad a las mujeres en el mercado de trabajo y asegure las oportunidades educativas para ellas desde que son niñas, comentó la doctora Verónica.
“Es necesario hacer visible que todas las mujeres están envejeciendo y que deben contar con seguridad social y organismos que velen por sus derechos”, por otro lado, es importante mostrar la relevancia social del trabajo al interior del hogar y hacer partícipes a todos los miembros de la familia, no solo a las mujeres.
Una forma de hacer frente a estas desigualdades es impulsar sistemas de seguridad social que sean universales y garanticen a todas las personas la atención y cuidados que necesitan, sin importar el género o la edad. Recordemos que el envejecimiento de la población será uno de los mayores desafíos de México en el siglo XXI.
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