Bolivia.

Los bofedales, diminutos oasis enclavados en el árido altiplano semidesértico, emergen como auténticos desafíos ante la crisis climática y la  persistente sequía que amenazan a Bolivia, llevando al país al umbral de una crisis hídrica.

Estos espacios se encuentran entre los 4.000 a 6.000 metros de altitud que soportan características climáticas extremas, como la exposición constante al sol, la falta de lluvia o los vientos helados que son capaces de arrasar con las siembras propias de las alturas.

En Bolivia, una gran parte de los bofedales están en el sureste del país, en la zona de ‘Los Lípez’ cerca de la frontera con Chile, que forman parte de un complejo hídrico en el que también hay lagunas saladas y alcalinas que contrastan con el entorno casi infértil y montañoso de la zona.

“Lo que estamos haciendo es primero caracterizar los bofedales, cómo están ahora, cómo está su diversidad de pastos, cómo está la calidad del agua, cómo está el suelo de los bofedales y cómo están siendo manejados para de ahí generar planes de manejos sostenibles”, explicó Claudio Velazco, coordinador del programa ‘Bofedales Vida’ del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

El sistema de ‘Los Lípez’, en el que están los bofedales, es parte de los sitios Ramsar en Bolivia, como el Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, que este año llegó a su nivel mínimo histórico; o el Poopó, que fue el segundo espejo de agua más grande del país ahora convertido en una planicie desértica.

Actualmente, en el suroeste boliviano se implementan varios proyectos para la preservación y manejo sustentable de los bofedales, financiados por el programa Euroclima+ y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) junto al Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura en Bolivia.