Por: Roberto González / Scidev América Latina
Las personas desnutridas tienen más riesgo de desarrollar o contagiarse de tuberculosis, sugiere un estudio que estudió la relación entre la inmunodeficiencia adquirida por desnutrición (SIDA-N), con esta enfermedad infecciosa de alta prevalencia en algunos países de América Latina.
Pranay Sinha, uno de los autores del estudio publicado en BMC Global and Public Health, señaló que debido a que la desnutrición provoca múltiples deficiencias que debilitan el sistema inmune, se estima que el 19 por ciento de la incidencia global de tuberculosis es atribuible a esa causa.
Por lo tanto, enfatiza en la necesidad de considerar la nutrición en la detección, tratamiento y prevención de la tuberculosis, un enfoque pocas veces usado en la región donde, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 131,3 millones de personas no lograron sostener una dieta saludable en el 2022. La población caribeña, con un 52 por ciento de sus habitantes en esta situación, es la más afectada.
De la población desnutrida, la carcelaria es la más expuesta a contraer la enfermedad. Sin embargo, su estado nutricional es escasamente monitoreado.
Durante la entrevista, Sinha puso como ejemplo un estudio, realizado en Haití en 2021 donde se encontró que el promedio de ingesta diaria de una persona en las prisiones de Port Au Prince y Mirebalais era de 571 calorías. Para 2022, tras la crisis de violencia, bajó a 454 calorías.
“Es una cifra escandalosamente baja. Una persona normal de 60 kilos consumiría entre 2.000 y 2.400 calorías, dependiendo de su nivel de actividad”, afirmó el epidemiólogo de la Universidad de Boston.
Por otro lado, mientras la población carcelaria de algunos países de Sur y Centroamérica ostenta tasas de infección por tuberculosis muy altas a nivel mundial, la información acerca de su estado nutricional es escasa.
Por ejemplo, Perú, Paraguay y Venezuela tienen más de 3,000 casos de TB por cada 100,000 personas privadas de la libertad, según un estudio publicado en Lancet Public Health el año pasado.
Alexandra Sánchez, médica epidemióloga especialista en tuberculosis de la Fundación Oswaldo Cruz, en Brasil –quien en 2008 participó en una investigación que encontró la tasa de contagio dentro de las prisiones de Río de Janeiro era es 35 veces más alta que en la población general–, señala que “actualmente sólo se diagnostica a un tercio de estos pacientes”.
Por su parte, en su informe de 2022 el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), denunció la escasez de alimentos, la falta de higiene y salubridad de las cárceles y señaló que “un individuo en cuadro de desnutrición se convierte en un blanco fácil, pudiendo ser afectado por otras patologías como la tuberculosis (principal causa de muerte en los recintos penitenciarios venezolanos)”.
También en 2022, el Instituto de Defensa del Derecho a la Defensa (IDDD) en Brasil, junto a otras organizaciones, denunció que la pandemia de COVID-19 empeoró la situación. Recogieron testimonios de comida echada a perder, con cabellos, insectos y otras impurezas, dijo Ana Lia Galvão, asesora de proyectos del IDDD, en entrevista.
En su estudio, Sinha recomienda el acompañamiento alimenticio junto al tratamiento por tuberculosis. Aunque aclara que esta estrategia no se puede trasladar de manera sencilla a un contexto carcelario, sí comentó que “hay un papel claro en el suministro de suplementos con alto contenido energético”, especialmente para reducir la mortalidad y toxicidad ante los medicamentos.
Por otro lado, para Alexandra Sánchez, tanto el tratamiento a la tuberculosis como los apoyos alimentarios son insuficientes si no se resuelve el problema de la sobrepoblación y se mejora la ventilación e iluminación en los penales. Aunque reconoce que hay poca información acerca del estado nutricional de las personas privadas de la libertad.
Leonardo Martínez, epidemiólogo de la Universidad de Boston y coautor de la investigación publicada en Lancet Public Health, considera que el estudio de la relación entre tuberculosis, desnutrición y personas privadas de la libertad es relevante, sin embargo, “había tan pocos datos al respecto, sobre todo en América Central y del Sur, que no lo incluimos en la discusión [de su estudio]”.
Para Martínez, la desatención a las personas privadas de la libertad se debe en parte a que “en nuestra sociedad se consideran la prioridad más baja y realmente a veces los tratan como infrahumanos”. Galvão, agrega que “en el caso de Brasil, es un sector pobre y negro. Y creo que esto se refleja en muchos otros países”.
Según el anuario del Foro Brasileño de Seguridad Pública, el 68 por ciento de las personas encarceladas en 2022 eran negras. Por otro lado, la proporción de personas encarceladas en espera de juicio en América Latina y el Caribe van desde el 12 por ciento en Uruguay hasta el 81 en Haití.
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