Quito.

Científicos y especialistas de Ecuador y los Países Bajos promueven en el archipiélago ecuatoriano de Galápagos la creación de ‘comunidades circulares’, a través de un proyecto inicial destinado a transformar los desechos de pescado en oportunidades de negociOportunidadeo.

En una comunidad circular, el ciclo de vida de los productos se extiende a través de prácticas regenerativas, como la reutilización, reparación, renovación y reciclaje, explicó este sábado a EFE una fuente de la Universidad de las Américas (UDLA), de Ecuador.

La UDLA desarrolla el proyecto de investigación junto al Centro de Emprendimiento de Delft (DCE) de la Universidad Tecnológica de Delft (TUDelft) en los Países Bajos, la Fundación Comunidad Circular, y la Cooperativa de Pesca Bahía Pelícano, de la isla Santa Cruz, en Galápagos.

Los investigadores buscan crear un sistema cerrado donde los materiales y recursos se mantengan en uso durante el mayor tiempo posible, extrayendo el máximo valor de ellos mientras están en uso, y luego recuperando y regenerando productos y materiales al final de cada ciclo de vida del servicio.

Flor Circular de Valores

En el marco de este proyecto, se desarrollaron talleres con la metodología conocida como ‘Flor Circular de Valores’ (FCV), y también realizaron entrevistas y el levantamiento de información sobre los desechos de pescado en la isla Santa Cruz.

La FCV es una metodología que ayuda a coordinar el cierre colectivo de los ciclos de los recursos (materiales biológicos y tecnológicos, energía, agua y nutrientes) a nivel de comunidad, proporcionando información sobre el valor agregado (social, ecológico, estético, cultural y económico) que se puede lograr dentro del entorno circular construido de forma comunitaria.

Ha sido aplicada con éxito en los Países Bajos, África, India e Indonesia.

Els Leclercq, creadora de la metodología e investigadora de la Fundación de Comunidades Circulares, indicó que el objetivo de la FCV es contribuir a la creación de comunidades circulares.

En los talleres, realizados el 27 de enero y 3 de febrero pasados, participaron 25 representantes de la Cooperativa de Pesca Bahía Pelícano, propietarios de restaurantes, cocineros, y delegados del Consejo de Gobierno del Régimen Especial de Galápagos, el Ministerio de Producción y del Ayuntamiento de Santa Cruz.

Sistema alimentario

La UDLA advierte que el sistema alimentario de productos del mar de Galápagos enfrenta diversos desafíos ambientales y antropogénicos que ponen en riesgo la seguridad alimentaria, economía, nutrición y salud de los habitantes del archipiélago.

Alerta que, si no se gestionan adecuadamente los desechos de pescado, pueden contaminar el agua y suelo, propiciar la proliferación de especies invasoras o alterar la fauna local.

Además, la descomposición de la materia orgánica genera olores desagradables y gases nocivos, afectando la calidad de vida y el bienestar de las comunidades locales, así como el potencial turístico del archipiélago.

El desperdicio de pescado representa una oportunidad económica perdida para reutilizar toda la materia prima que ofrece un pescado, a partir de los cuales se pueden generar productos con valor añadido, como suplementos alimenticios, productos de cuero, fertilizante y plástico orgánico, entre otros productos, señala.

Por ello, la economía circular es una solución para mitigar los impactos ambientales generados por los desechos del pescado, y otra materia orgánica proveniente de vacas y cerdos, «a través de su transformación en productos comercializables», avanza Mauricio Castrejón, investigador y representante de la UDLA en Galápagos.

Esto generaría incentivos económicos para implementar un sistema de gestión ambiental más eficiente y responsable, que contribuya a crear una comunidad circular que sea resiliente y autosuficiente.

Considerado un laboratorio natural que llevó al científico británico Charles Darwin a desarrollar en el siglo XIX su teoría de la evolución y selección natural de las especies, el archipiélago de Galápagos está situado a unos mil kilómetros de las costas de Ecuador, y desde 1978 está declarado patrimonio natural de la humanidad por la Unesco.