Bolivia.
En la isla Cojata, en el corazón del lago Titicaca, los pobladores se enfrentan a una dura realidad marcada por la sequía. Los agricultores, cuyas tierras han sido erosionadas por la ausencia de lluvias, lamentan la pérdida de sus cosechas.
La situación se agrava con la disminución drástica del nivel del lago, un escenario que ha envejecido la isla y a sus habitantes. Esta tierra que antes era próspera en pesca y agricultura, ahora se enfrenta a la migración de jóvenes en busca de nuevas oportunidades.
“Porque nosotros vivíamos con la pesca joven y ahora ya no nos dedicamos a la pesca porque ya no hay pescado, hay más profundidad, pero ahí ya no podemos ir. Sí, porque así hace frío, el viento ya no, ya no hay fuerza joven para ir”, señaló Zenobia Yapo, una mujer de 66 años, mientras pastoreaba a sus ovejas en la orilla del lago.
Los relatos nostálgicos de tiempos pasados contrastan con la realidad actual: lanchas, encalladas, campos sin siembra y una población que envejece mientras el agua retrocede.
La incertidumbre sobre la seguridad alimentaria se vuelve palpable con testimonios que revelan la dependencia crítica del agua de lluvia para la supervivencia a pesar de su posible contaminación.
“La sequía afectó como nadie. Este año no ha llovido y casi no teníamos agua este año. Las heladas han sacado papas. Después ya estaba creciendo la helada, la victoria, después el gusano también que hemos sacado este año 2023, no tenemos nada. Antes sembramos papa todo lo que hay, pero este año no, hemos fracasado. Por eso estás viendo que este año siembra secado todo el lago no estaba antes. Nuestros botes estaban en este lado. Hemos llevado atrás”, lamentó Agustín Flores, quien espera que las primeras lluvias de diciembre rescaten las cosechas.
El impacto en la biodiversidad es evidente. La fauna y la flora se alejan de la orilla, mientras que los flamencos, rosas y las gaviotas andinas se hacen cada vez más escasos.
Los informes de los observatorios advierten la vulnerabilidad extrema del lago frente al cambio climático, señalando un nuevo mínimo histórico en su nivel para este diciembre. Esta situación ha llevado a un tercio de los municipios del país a declararse en desastre debido a la falta de agua para la agricultura, el ganado y el consumo humano.
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