Las altas temperaturas, como las que se presentaron durante el último Fenómeno de El Niño (y que podrían repetirse este año) están afectando mucho a los arrecifes coralinos. Esto se agrega a las actividades humanas, como la sobrepesca, el turismo y la contaminación que, en conjunto, están diezmando a estos ecosistemas marinos.

Así lo evidencian dos estudios que abordaron las principales amenazas que confrontan estos animales y sus colonias, reconocidas como buenos indicadores de la salud de los mares. Uno, es un análisis global, publicado en la base de datos abierta hal.science, sobre el estado de los arrecifes coralinos. Y el segundo, más específico, está referido al estado de los arrecifes de coral de Cuba.

Pero también hay buenas noticias: otro estudio reciente (Dic. 2023) ofrece una visión optimista sobre la capacidad adaptativa de los corales a las inclemencias del cambio climático.

“Los arrecifes se están degradando rápidamente debido a la superposición entre los eventos de perturbación inducidos por el clima y un contexto de estrés crónico (por ejemplo, sobrepesca, aumento de la carga de nutrientes, sedimentación)”, explica el estudio global.

El documento, publicado el 23 de enero, agrega que, si bien los arrecifes se están recuperando de la disminución mundial de corales más prolongada registrada (2015-2016), el efecto de múltiples factores estresantes todavía es difícil de desentrañar.

“Los administradores o profesionales de la conservación deben tomar decisiones en un contexto de alta incertidumbre. Resolver este problema requeriría el desarrollo de un conjunto de indicadores complementarios que evalúen el estado de los arrecifes, considerando las facetas taxonómicas y funcionales de la biodiversidad”, dice el reporte.

“Distintas publicaciones científicas indican que lo que está desregulando a los arrecifes del mundo son fenómenos globales como el cambio climático, y que los factores locales no logran revertir o minimizar ese efecto”, coincide el biólogo Fabián Pina Amargós,  uno de los autores del estudio sobre los arrecifes cubanos, incluido como un capítulo de la publicación ‘Arrecifes coralinos del mundo’, de la editorial Springer Nature.

El biólogo señala que “Cuba es un lugar donde la resiliencia de los corales ha sido presumiblemente superior, al menos durante el periodo de estudio (1988 a 2017), por razones que desconocemos, pero que podrían estar relacionadas con la relativamente menor contaminación, desarrollo costero e intensidad de pesca, en comparación con otros lugares. Pero eso no se ha logrado discernir en todo su detalle”.

“La contaminación se relaciona con la intensidad pesquera, y con la presencia cercana de poblaciones humanas”, afirma Pina Amargós.

“Por otra parte —agrega— están los nutrientes, que hacen proliferar a las algas que compiten con los corales por el espacio; la sedimentación, que cubre a los corales, los cuales tienen que “limpiarse”, gastando energía que podrían dedicar a otras funciones. El turismo, con actividades como el buceo, puede incidir en un impacto directo por contacto, daño o rotura. Estos son fenómenos comunes a los otros ecosistemas del mundo”.

Una luz de esperanza

Pero las buenas noticias provienen de un equipo de investigadores colombianos que analizó el comportamiento de las bacterias presentes en el microbioma de los octocorales conocidos como abanicos de mar (Pacifigorgia cairnsi), localizados cerca de la isla de Malpelo, en el Océano Pacífico, y con las que mantienen una relación simbiótica (de mutuo beneficio) para su correcto metabolismo.

Estas bacterias, conocidas como endozoicomonas y micoplasmas, ayudan a los corales a procesar sus alimentos.

“Tras estudiar esta relación durante diferentes etapas del Fenómeno de El Niño, el cual se ve intensificado por el cambio climático, encontramos que estos corales son capaces de adaptarse para interactuar con otras especies de bacterias del mismo género y que pueden cumplir las mismas funciones benéficas que las afectadas por las temperaturas”, explica Juan Sánchez, uno de los autores del estudio.

“Cuando las condiciones climáticas vuelven a la normalidad, las bacterias originales también retornan a estos organismos”, complementa el investigador del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes, Bogotá.

Según Sánchez, los hallazgos descritos son alentadores en medio de las graves consecuencias de la crisis climática, pues los corales son de gran relevancia para los ecosistemas, ya que proveen hábitat y alimento a muchas especies y son un indicador importante sobre la salud de las comunidades humanas que viven cerca de ellos.

Para Mónica Medina, investigadora principal de biología orgánica en la Universidad Estatal de Pensilvania (EE. UU.), el estudio sobre la salud de los corales es importante porque “cuando el coral se enferma y muere, ocurre la erosión del esqueleto del coral, que es subsecuentemente colonizado por macroalgas, las cuales desplazan a los corales, destruyendo el ecosistema arrecifal”.

“Los arrecifes de coral proveen la estructura tridimensional que genera los hábitats de muchas especies marinas tropicales, incluyendo las guarderías de peces de gran valor para la alimentación de comunidades costeras aledañas”, explica Medina, quien no participó en ninguno de los estudios mencionados.

Ella investiga las interacciones coral-alga-microbioma a nivel genómico, y dice que la acción más importante que los humanos podemos tomar frente al cambio climático y proteger los arrecifes coralinos, es la eliminación de las emisiones de carbono.

Con ella coincide Sánchez, quien pese a los positivos hallazgos de su estudio, hace un llamado para no bajar la guardia: “Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes. Acabamos de pasar el año más caliente desde que se tienen registros. Debemos actuar rápido para frenar y mitigar los efectos del cambio climático por la salud de los ecosistemas marinos y la nuestra como especie”, puntualiza.