En la cueva de Ilsen en la localidad de Ranis (Alemania), debajo del castillo que lleva el mismo nombre, se hallaron los fósiles de Homo sapiens más antiguos conocidos en Europa central. Estos restos se han recuperado en dos campañas de excavación: una de la década de 1930 y otra más reciente de 2016 a 2022. Tres estudios publicados esta semana en las revistas Nature y Nature Ecology & Evolution sobre estos materiales, datados principalmente por radiocarbono, han conectado ambas colecciones de muestras.
Estos trabajos describen la dieta, las formas de vida y las condiciones ambientales a las que se enfrentaron estas poblaciones y proporcionan, además, la evidencia más temprana de la dispersión del Homo sapiens en las latitudes más altas de Europa, hace aproximadamente 45.000 años. Este es un hallazgo importante porque implica que el hombre moderno y los neandertales se superpusieron durante más tiempo, lo que tiene implicaciones sobre su interacción y la pregunta de por qué los neandertales desaparecieron poco después.
“Con nuestros resultados ahora podemos demostrar que el H. sapiens pudo pasar del suroeste de Asia —una región subtropical— a las estepas frías de Europa en solo unos pocos miles de años. Esto es mucho más rápido de lo que se pensaba originalmente, por lo que cambia nuestra imagen de lo que estos humanos eran capaces de hacer”, declara a SINC Sarah Pederzani, autora principal de uno de los estudios y coautora de los otros dos en la Universidad de la Laguna. Actualmente investiga en la Universidad de Utah (EE UU).
Los neandertales tardíos persistieron en Europa occidental durante varios miles de años después de la llegada de los humanos modernos a Europa oriental y, en algunas ocasiones, hubo mestizaje entre los dos grupos. Hasta el momento se desconocía quiénes fueron los responsables de la industria Lincombian-Ranisian-Jerzmanowician (LRJ) —un tipo de industria de herramientas de piedra— del noroeste y centro de Europa, pero tanto los neandertales como los humanos modernos eran candidatos.
Primer kit de herramientas del Homo sapiens
El primero de estos estudios se centró precisamente en localizar otros depósitos que quedaron sin explorar en la excavación de la década de 1930, para aclarar la estratigrafía y la cronología del yacimiento. «El desafío era excavar la secuencia completa de ocho metros, con la esperanza de que quedaran algunos depósitos de esa década. Tuvimos la suerte de encontrar una roca de 1,7 metros de espesor que las excavadoras anteriores no superaron. Después de quitarla a mano, finalmente descubrimos capas de industria LRJ e incluso encontramos fósiles humanos. Fue una gran sorpresa”, afirma Marcel Weiss, científico del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, que colidera este trabajo.
Jean-Jacques Hublin, director emérito del Instituto Max Planck, añade: «Algunos de los artefactos de piedra que se pensaba que eran producidos por los neandertales fueron, de hecho, parte del primer kit de herramientas del Homo sapiens. Esto cambia nuestro conocimiento previo sobre este período de tiempo y demuestra que llegaron al noroeste de Europa mucho antes de la desaparición de los neandertales en el suroeste«.
Los hallazgos sugieren que los grupos pioneros de los primeros humanos se expandieron rápidamente por el norte de Europa. “Desde la perspectiva del desarrollo evolutivo del Homo sapiens, es extraordinario que nuestra especie haya podido extenderse por todo el mundo y tener éxito en cualquier tipo de entorno, mientras que otros homínidos han desaparecido. Por esta razón, es una gran pregunta en paleoantropología cómo y cuándo se desarrolló esta capacidad de adaptarse a nuevos entornos”, apunta Pederzani.
Nuevos restos humanos
Además de estas nuevas excavaciones, el equipo llevó a cabo análisis de los fragmentos óseos de la antigua colección Ranis que custodia la Oficina Estatal de Gestión del Patrimonio y Arqueología de Sajonia-Anhalt en Alemania. Los huesos fueron examinados uno por uno para identificar restos potencialmente humanos.
«Este minucioso trabajo fue recompensado por el descubrimiento de varios huesos humanos nuevos«, asegura Hélène Rougier, paleoantropóloga de la Universidad Estatal de California en Northridge (EE UU), que participa en este otro trabajo. Estos fósiles aparecieron mezclados con huesos de animales que habían estado almacenados durante casi un siglo. “Fue una sorpresa inesperada y fantástica”, asegura la investigadora.
Los miles de fragmentos óseos pequeños se analizaron a partir de su morfología, pero también mediante investigaciones moleculares de proteómica y genética. Una vez que se identificaron los 13 restos óseos humanos de las excavaciones antiguas y nuevas, se extrajo el ADN de estos fósiles y se analizó. La secuenciación mostró que pertenecían todos a Homo sapiens. La edad la establecieron mediante datación por radiocarbono.
Todo el material con el que trabajaron los científicos tiene entre 48.000 y 38.000 años y la mayoría sería de hace 48.000 a 43.000 años. Estos trabajos incluyeron también la investigación de restos humanos en cuanto a su identidad taxonómica, genética y dietética, así como el análisis de restos de animales en cuanto a la reconstrucción climática y ecológica y los rastros de caza y carnicería humana.
Resistentes a temperaturas muy frías
En el estudio liderado por Pederzani se aplicó el análisis de isótopos estables de humanos y animales para estudiar su dieta y su medio ambiente. A través de esta técnica, pudieron descubrir que vivían en un ambiente de estepa fría muy similar al actual noroeste de Rusia. Sin embargo, desconocen cómo hicieron para resistir a estas condiciones tan adversas.
“Esta es una de las grandes preguntas que surgen de nuestros hallazgos. Hemos abierto, en cierto modo, una puerta a nuevos conocimientos, por lo que ahora sabemos que estos humanos se adaptaron a ambientes fríos antes de lo que creíamos, pero solo estamos en el comienzo de comprender cómo lo lograron. Por eso en el futuro será importante investigar, por ejemplo, los movimientos estacionales o el uso del fuego de estos grupos humanos para comprenderlo mejor”.
Hasta hace poco se pensaba que la resistencia a las condiciones climáticas frías no aparecía hasta varios miles de años después. “Aprendimos de nuestro estudio que los grupos humanos que detectamos en Ranis solo dejaron un impacto efímero en el sitio. Probablemente vivían en pequeños grupos y solo visitaban la cueva por períodos cortos de tiempo, tal vez porque se movían con frecuencia entre sitios. Además, investigamos su dieta y descubrimos que comían principalmente una variedad de herbívoros grandes y medianos, como renos y caballos”, concluye Pederzani.
Por: Eva Rodríguez
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