Reconocidos por su astucia y destreza, nuevos hallazgos sugieren que estos seres marinos poseen una habilidad sensorial adicional: la capacidad para percibir campos eléctricos tenues.

Los delfines mulares todavía tienen pequeños bigotes poco después de nacer. Pronto se caen, pero quedan unos pequeños hoyuelos. Éstos confieren a los delfines una habilidad especial.

Lo que se sabe desde hace tiempo sobre los tiburones y las rayas también lo han descubierto ahora los investigadores en experimentos de comportamiento con delfines mulares: los delfines (Tursiops truncatus) pueden percibir campos eléctricos de corriente continua y reaccionar en consecuencia. 

Esto no solo les ayuda a buscar peces ocultos en el sedimento del fondo marino. También proporciona información importante sobre el comportamiento de orientación de los delfines mulares en los océanos del mundo, escribe un equipo de biólogos y físicos de Rostock y Nuremberg en el Journal of Experimental Biology. 

Según el neurobiólogo Guido Dehnhardt, del Instituto de Biociencias de la Universidad de Rostock, los experimentos demuestran por primera vez que los delfines mulares tienen una base sensorial que les permite utilizar el campo magnético terrestre para orientarse. Al menos, el potencial está ahí. «Es justo decir que los delfines tienen esta capacidad», afirma Dehnhardt.

El equipo de investigación está formado por el biólogo Tim Hüttner (Universidad de Rostock/Zoo de Núremberg), el físico Lars Miersch (Universidad de Rostock) y Lorenzo von Fersen, del Zoo de Núremberg, como autores principales.

Fenómeno conocido en muy pocos mamíferos 

La electrorrecepción ya se conoce en tiburones y rayas», afirma Dehnhardt. En mamíferos, la electrorrecepción se ha demostrado hasta ahora en el ornitorrinco, el equidna de pico corto y, en 2012, en el delfín de Guayana. Y ahora también en el delfín mular.

Dolly» y «Donna», animales de experimentación   

Los nuevos hallazgos se basan en experimentos realizados con los delfines «Dolly» y «Donna» en el zoo de Núremberg, que cría delfines desde 1971. En el delfinario, los animales aprendieron primero a nadar bajo el agua en un aparato experimental hecho de tubos de PVC para poder permanecer allí. Colocaban el hocico sobre una bandeja. Cuando recibían una señal eléctrica, se les decía que volvieran a salir del aparato. Si no había señal, debían esperar en el aparato al menos doce segundos. Las decisiones correctas se recompensaban siempre con un pez.

Los animales percibían los campos eléctricos a través de las llamadas fosas vibrisas, ricas en nervios, de la parte superior del pico. En los animales jóvenes hay pequeños bigotes táctiles (vibrisas) que les ayudan en la nada fácil tarea de encontrar la teta de su madre. Los experimentos también revelaron que Dolly y Donna reaccionaban de forma ligeramente distinta según la intensidad de los campos eléctricos. «Pero eso era marginal», dice Hüttner.

Mucho entrenamiento previo  

Los investigadores y el equipo de entrenadores dirigido por el cuidador de delfines Armin Fritz tuvieron que invertir mucho tiempo antes de que Donna y Dolly estuvieran listas. Donna y Dolly se sometieron a entre un año y un año y medio de entrenamiento antes de que pudieran comenzar las mediciones con campos eléctricos. «Se trataba de campos de corriente continua muy, muy débiles que no se pueden percibir sin los receptores adecuados», dice Hüttner. «Una vez pasé la mano por debajo. No pasó nada en absoluto», concluyó.