Belo Horizonte, Brasil.
Una vacuna que inhiba los efectos de la cocaína y el crack y ayude a los consumidores a abandonar el círculo vicioso de la droga: esto es lo que busca un equipo de científicos brasileños con la «Calixcoca«, una promisoria alternativa terapéutica en desarrollo.
El proyecto ganó la semana pasada 500.000 euros del premio Euro Innovación en Salud Latinoamérica, financiado por la farmacéutica Eurofarma para fomentar soluciones innovadoras y de «alto impacto» en el área de salud.
«Es una vacuna terapéutica. Su función es ayudar al dependiente químico a producir anticuerpos que se acoplan a la droga e impiden que entre en el cerebro», explica el psiquiatra Frederico Garcia, coordinador del proyecto de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).
En la práctica, la vacuna busca bloquear la sensación gratificante que causa la cocaína cuando activa la región del cerebro conocida como «área de recompensa«.
Al romper ese ciclo que lleva a la compulsión por la droga, la vacuna «aumenta las chances» de que los adictos que quieren mantenerse en abstinencia logren hacerlo, explica Garcia.
En los ensayos en animales, previos a la próxima etapa con humanos, los investigadores observaron una producción significativa de anticuerpos contra la cocaína y pocos efectos secundarios.
Además, la vacuna protegió de la cocaína a los fetos de ratas, un resultado que de replicarse en humanos, podría ayudar en el tratamiento de mujeres embarazadas con problemas de adicción.
Aunque ya hubo proyectos de investigación similares en Estados Unidos, estos no prosiguieron debido a resultados insuficientes en los ensayos clínicos, entre otros motivos listados por Garcia.
No será una «panacea»
«Calixcoca» es el primer proyecto de este tipo en América Latina y «si los ensayos clínicos muestran que la vacuna es eficaz y consigue el registro ante la Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria), sería la primera vacuna anticocaína y antidroga del mundo utilizada como medicamento», sostiene García.
Por estar hecha a partir de compuestos químicos diseñados en laboratorio (vs. compuestos biológicos de otras vacunas), el antígeno sería además menos costoso de producir, y no exigiría una cadena de frío para su transporte.
«No existe ningún tratamiento registrado específico para la dependencia de cocaína o crack. Hoy se utilizan abordajes psicológicos, asistencia social y eventualmente internación», explica el psiquiatra.
La vacuna, que actuaría como «coadyuvdante» de esas estrategias multidisciplinarias, podría por ejemplo ayudar a los dependientes a evitar recaídas inmediatas tras dejar los centros de rehabilitación, una de las fases más críticas del proceso.
Pero aun si funciona, la vacuna no sería una «panacea» a ser administrada a cualquier usuario, advierte Garcia.
El público objetivo, que será definido con mayor precisión tras los ensayos clínicos, son en principio aquellos pacientes «en abstinencia, que están motivados a continuar en abstinencia».
El objetivo es contribuir para cambiar una «triste estadística», apunta Garcia.
Según datos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) de Estados Unidos, se estima que uno de cada cuatro usuarios regulares se tornan dependientes.
Y apenas uno de cada cuatro logra dejar el vicio tras cinco años en tratamiento.
Por eso en Brasil, segundo mayor consumidor de cocaína después de Estados Unidos, la expectativa en torno a «Calixcoca» es alta: más de 3.000 personas ya contactaron al equipo de Garcia para ser voluntarios en los ensayos.
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