El epicentro de la gripe aviar se ha trasladado de Asia a varias zonas de Europa y África, dos continentes donde han surgido variantes, en algunos casos bastante virulentas, entre 2020 y 2022, según ha constatado una investigación que publica hoy la revista Nature.
El estudio, en el que han participado centros de China, Egipto, Francia, Australia, Emiratos Árabes y Estados Unidos, ha constatado también que las aves salvajes han tenido un papel fundamental en la expansión del virus de la gripe aviar (H5) más allá de Asia.
El virus aviar se identificó en China en 1996, comenzó a expandirse en aves silvestres más allá de este país en 2014 y desde 2021 se han observado cepas del mismo altamente patógenas (H5N1), aunque el origen de las mismas aún no estaba claro.
Ahora, los investigadores han visto cómo estos nuevos virus H5N1 de gran virulencia evolucionaron durante la expansión global del virus inicial por su combinación con otras cepas de gripe aviar de baja patogenicidad (LPAI) de aves silvestres y de corral.
Para llegar a esta conclusión, han analizado los orígenes y tendencias cambiantes de los brotes de H5 aviar altamente patógenos utilizando datos epidemiológicos, recopilados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de Sanidad Animal entre 2005 y 2022, junto con el análisis de más de 10.000 genomas virales completos.
Tras analizar el genoma han visto que los primeros brotes importantes se originaron en China en 2016/17, mientras que dos nuevos virus H5 identificados entre 2020 y 2022 surgieron de poblaciones de aves africanas y europeas, lo que indicaría un significativo desplazamiento del epicentro de la gripe aviar fuera de Asia y hacia estos continentes.
La creciente persistencia de estos virus en aves silvestres habría facilitado su diseminación geográfica y ampliado su rango de infección de especies aviares, incluidas las domésticas.
«Estos hallazgos urgen a desarrollar medidas de control sistemático de las aves domésticas y salvajes para limitar la propagación viral y controlar la prevalencia de la gripe aviar altamente patógena en las poblaciones mundiales de aves, así como seguir investigando la evolución viral para mitigar y reaccionar ante nuevas cepas», indican los autores.
De manera colateral, estas medidas de control y seguimiento frenarían la trasmisión del virus a los mamíferos, incluidos los humanos y evitarían lo que parte de la comunidad científica considera que se podría convertir potencialmente en una próxima pandemia.
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