Madrid, España.
Uno de los deseos más grandes del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado es que la Amazonía perviva en el mundo. Con ese compromiso presentó este sábado junto a la Orquesta Nacional de España un himno de aliento para que el pulmón de la tierra no quede en el olvido.
Fueron cien músicos fundidos en la energía y el mando de la directora de orquesta brasileña, Simone Menezes, quienes dieron inicio al primer acto de este concierto en el Auditorio Nacional de Música en Madrid.
A los oídos del público fue el preludio de “Bachianas Brasileiras nº4”, compuesto por el brasileño Heitor Villa-Lobos, la pieza con la que se inició este viaje musical a la impenetrable selva amazónica.
En los primeros minutos las mil personas del auditorio estaban ahí reunidas, sin ver una sola foto, solo escuchando la obra dedicada a la música del famoso compositor Johann Sebastian Bach.
La proyección de la serie fotográfica “Amazônia” tomada por Salgado ocurriria más adelante, justo después de la interpretación de “Metamorphosis 1” del compositor de música clásica minimalista, Philip Glass.
La pieza de Glass, inspirada en las aguas del territorio amazónico, cerró el telón de la primera parte del concierto. Quince minutos más tarde fue la aparición de Salgado y no sus imágenes las que inauguraron el segundo acto.
El multipremiado fotógrafo, también conocido por su documental “La sal de la tierra” (2014), se personó ante un auditorio lleno, acompañado de su pareja y la curadora de este proyecto gráfico, Lélia Wanick.
Vestido de negro y enmarcado bajo sus características cejas blancas, Salgado resaltó la importancia de preservar el vasto terreno que cruza 9 países del continente americano.
Además, dejó bien en claro que el objetivo de la noche era mucho más profundo que un mero entretenimiento.
“Si perdemos la Amazonía perderemos el planeta. Nuestra especie depende de ella para sobrevivir”, aclamó y dio paso a la segunda parte del repertorio, que comenzó con vistas aéreas de la floresta selvática con un repertorio que acompañaba a la perfección cada caudal.
Y así, durante casi 45 minutos, la composición “Suita a floresta do Amazonas” de Villa-Lobos fue la pieza musical que recorrió algunas de las fotografías que componen la serie en blanco y negro de “Amazônia”.
Un proyecto al que el autor dedicó 7 años de su vida, el cual describe como un conjunto de “experiencias humanas y expediciones por tierra, agua y aire”.
A este viaje sensorial también se unió la soprano italo-brasileña Camila Provenzale, quien con su voz transportó a los espectadores a escenas de poder matriarcal que se viven en este inmenso bosque tropical, como lo fueron las fotos de la ceremonia “Yamurikumá”, espacio donde las mujeres toman el poder en las aldeas del Alto Xingú en el Mato Grosso.
El archipiélago laberintoso de Anavilhanas, la zona con agua dulce más grande del planeta, fue el último destino proyectado en el auditorio con una imagen con la que el fotógrafo honra la abundancia, pero también la temible posibilidad de perder lo que podría ser el sitio más codiciado del mundo.
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