Brasil.

La central de Santo Antonio, cuarta mayor hidroeléctrica de Brasil, con una capacidad instalada de 3.568 megavatios (MW), suspendió sus operaciones este lunes debido al bajo caudal del río Madeira, provocado por la grave sequía que afecta a la Amazonía.

El consorcio Santo Antonio Energía, responsable por la central, informó en un comunicado de que suspendió provisionalmente sus actividades debido a que el nivel mínimo de las aguas en el río Madeira, que están en un 50 % por debajo de su promedio histórico, amenaza la seguridad de sus 50 turbinas.

Es la primera vez que esta central hidroeléctrica en el estado brasileño de Rondonia es paralizada por escasez de agua en la Amazonía, el ecosistema considerado como la mayor reserva de agua dulce del mundo.

«La desconexión busca preservar la integridad de las unidades generadoras de la hidroeléctrica», explicó en un comunicado el consorcio, que dijo haber discutido y acordado la medida con los organismos reguladores.

La empresa dijo igualmente que no hay previsión de cuándo volverá a poner en funcionamientos la hidroeléctrica, que responde por cerca del 4 % de la generación de energía de Brasil.

De acuerdo con la Defensa Civil, el nivel del agua en el río Madeira cayó por debajo de 1,43 metros, su mínimo histórico, a su paso por la ciudad de Porto Velho, la capital de Rondonia.

Los órganos reguladores del sector eléctrico consideran que la paralización provisional de Santo Antonio no pone en riesgo el abastecimiento de energía de Brasil debido a que el nivel de los ríos en otras zonas del país con plantas hidroeléctricas está elevado.

La actual sequía en la Amazonía, donde hay enormes áreas aisladas por dificultades en la navegabilidad de los ríos, puede ser histórica y extenderse hasta enero, según prevé el estatal Centro de Monitoreo de Alertas y Desastres Naturales (Cemaden).

De acuerdo con el organismo, la sequía tiende a ser histórica debido a que los efectos del fenómeno de El Niño sobre el clima en la región serán más severos este año que en 2015 y 2016, cuando la Amazonía vivió su peor crisis.

La caída del nivel de los ríos amazónicos a niveles mínimos está perjudicando la navegación, la pesca, la agricultura, el equilibrio ambiental y el abastecimiento de agua, alimentos y combustibles en numerosos municipios.

En los últimos días, además, se han registrado inéditas mortandades de peces, incluso de al menos 120 amenazados delfines fluviales en el río Tefé, al parecer provocadas por la sequía y las temperaturas récords en la región.