Italia.

En el alto Adriático, el veraneo no es exclusivo de bañistas y turistas. Las tortugas bobas viven en esta zona desde hace mucho tiempo, pero sólo ahora han empezado a utilizar sus playas con fines específicos.

El 24 de junio, en la costa de Cervia, una tortuga puso 91 huevos, aunque demasiado cerca de tumbonas y sombrillas. Una asociación de biólogos marinos tuvo que intervenir.

“Recogimos estos 91 huevos, que habían sido puestos por la tortuga hembra y los trasladamos a un nuevo nido reconstruido exactamente como era antes y hemos colocado los huevos en el mismo orden en el que fueron puestos”, destacó Andrea Ferrari de la Organización Tortugas del Adriático.

El nuevo nido está vallado y vigilado por hasta 130 voluntarios, que garantizan la protección del nido durante las 24 horas del día. Un equipo numeroso gracias a que la asociación que gestiona el nido puso un post en las redes sociales.

La presencia de tortugas marinas en el mar Adriático no es un hecho reciente, pero en los últimos años parece que también les agrada nadar en estas aguas en invierno.

Debido al cambio climático y a las aguas cada vez más cálidas, las tortugas tienden a permanecer más tiempo en nuestro mar. Se quedan en estas aguas porque el alto Adriático es una zona de alimentación, pero ahora permanecen aquí incluso durante el invierno, en lugar de migrar a otras aguas más cálidas, como lo solían hacer”, señaló Simone D’Acunto representante del Cestha el Centro para la Protección del Hábitat de estos animales.

La protección se extiende también a las tortugas adultas, que a menudo acaban varadas o atrapadas en redes de pesca, sufriendo lesiones en su caparazón causadas por las hélices, o problemas pulmonares.

«En la segunda quincena de agosto, los huevos se abrirán y algunas tortuguitas nacerán en la arena. Sin pensárselo dos veces, empezará a correr hacia el mar», concluyó.