Alemania.

Un robot lleva dos semanas cocinando en la cantina de un complejo de oficinas de Berlín. Se pueden hacer los pedidos en un panel táctil o a través de una aplicación móvil. Y hay opciones para todos los gustos. Un plato cuesta 8,50 euros. Los ingredientes están preparados y precocinados. La máquina mezcla, calienta y termina el pedido en cinco minutos.

“Realmente se puede comparar con la cocina de una cantina, incluso un poco mejor. Está recién hecho. No se quede hirviendo en esas ollas”, resaltó una de las comensales.

El robot es obra de Aitme, una empresa emergente berlinesa. Su fundador, Emmanuel Palluá, trabajaba en un servicio de reparto. La gran escasez de trabajadores en el rubro le dio la idea.

“Es una forma de complementar el servicio y aliviar la carga durante el almuerzo. Sería muy útil de noche o en fines de semana cuando hay demanda, pero es demasiado caro por el personal y hay tantos ingredientes que hay que mantener calientes. Por eso las cantinas suelen estar cerradas a esas horas”, destacó Palluá.

El gerente de la operadora de cantinas Aramark augura un gran futuro para el robot, desde que el primero de los cinco que encargó comenzó a cocinar aquí recibió llamadas de toda Europa.

“La falta de trabajadores cualificados es un problema global. Lo notamos en todas partes. Cada vez nos resulta más difícil encontrar gente formada o incluso traerla para que se capacite con nosotros. Lo ves en España, en la República Checa y aquí también”, acentuó Arnd Rune Thomas, gerente de Aramark.

La cantina tradicional no va a desaparecer. Ven al robot como un apoyo, no como una competencia, aunque la chef tiene sus dudas.

“Desearía que estos robots sigan siendo un apoyo pero que no cocinen por nosotros. Es importante que sigamos cocinando como lo hacía nuestra abuela y que sigamos trabajando en base a ello”, resaltó la chef, Claudia Keller.

La tecnología aún está en su fase inicial, aunque el robot prepara ya hasta 80 platos y sus ganas de aprender son infinitas.