Madrid, España.
Un equipo internacional de científicos ha descubierto al «hermano» de un planeta que orbita alrededor de una estrella lejana, un hallazgo que de confirmarse podría ser la prueba más contundente hasta ahora de que dos exoplanetas pueden compartir la misma órbita.
El hallazgo, que se publica hoy en la revista Astronomy and Astrophysics, ha sido dirigido por la científica Olga Balsalobre-Ruza, del Centro de Astrobiología -centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en España-.
El descubrimiento ha sido posible gracias a la utilización del telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) ubicado en el desierto chileno de Atacama y del que es socio el Observatorio Europeo Austral (ESO, en sus siglas en ingles).
Utilizando esta infraestructura científica, los científicos han detectado una nube de escombros que podría estar compartiendo la órbita con otro planeta y han explicado que podrían ser los bloques en construcción de un nuevo planeta o los restos de uno que ya está formado, ha informado el ESO en una nota difundida tras la publicación del hallazgo en esta revista científica.
La astrofísica Olga Balsalobre-Ruza recordó que hace ya dos décadas que se predijo la teoría de que pares de planetas de una masa similar podrían compartir la misma órbita alrededor de su estrella (los llamados «troyanos» o «coorbitales), pero ha asegurado que ésta es la primera vez que se encuentran pruebas que sustentan esa idea.
Los «troyanos» -cuerpos rocosos en la misma órbita que un planeta- sí son comunes en el Sistema Solar y el ejemplo más famoso son los asteroides alrededor de Júpiter, más de 12.000 cuerpos rocosos que se encuentran en la misma órbita alrededor del sol que el gigante gaseoso.
Los astrónomos habían apuntado la posibilidad de que planetas «troyanos» pudieran también existir fuera del Sistema Solar, aunque las pruebas eran hasta ahora escasas.
«Los exotroyanos -planetas troyanos fuera del Sistema Solar- han sido hasta ahora como los unicornios: la teoría permite que existan, pero nadie los ha detectado nunca», manifestó Jorge Lillo-Box, investigador principal del Centro de Astrobiología español.
Los investigadores han aportado ahora la evidencia observacional más fuerte que se ha logrado hasta ahora para sustentar esa teoría, y han apuntado que los dos planetas estarían en el sistema «PDS 70», una joven estrella que alberga dos planetas gigantes con un tamaño similar al de Júpiter.
Los dos «troyanos» ocupan dos extensas regiones en la órbita de un planeta donde la atracción gravitatoria combinada de la estrella y del planeta puede atrapar material, y al estudiar esas regiones los astrónomos detectaron una señal muy débil procedente de una de ellas, que sugiere que allí podría residir una nube de escombros con una masa de aproximadamente dos veces la Luna.
Esa «nube de escombros» podría apuntar la existencia de varios troyanos en ese sistema o a un planeta en proceso de formación.
«¿Quién podría imaginar dos mundos que comparten la duración del año y las condiciones de habitabilidad?», se preguntó la científica Olga Balsalobre-Ruza, y respondió: «nuestro trabajo es la primera prueba de que este tipo de mundo podría existir. Podemos imaginar que un planeta pueda compartir su órbita con miles de asteroides como en el caso de Júpiter, pero resulta alucinante que los planetas puedan compartir la misma órbita».
El hallazgo abre nuevas incógnitas sobre la formación de estos troyanos, cómo evolucionan y cuán frecuentes son en diferentes sistemas planetarios, aseguró Itziar De Gregorio-Monsalvo, jefa de la Oficina de Ciencia de ESO en Chile, quien también contribuyó a esta investigación.
Tras el trabajo y la publicación de los primeros resultados, y para confirmar plenamente su detección, el equipo tendrá que esperar hasta después de 2026, cuando intentarán utilizar el telescopio ALMA para comprobar si las dos masas (el planeta bautizado como «PDS 70b» y su nube de escombros «hermana») se mueven significativamente a lo largo de la misma órbita y alrededor de la estrella, lo cual supondría «un gran avance en el campo exoplanetario», aseguró Balsalobre-Ruza.
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