Chile.

En un bosque en el sur de Chile este gigantesco alerce es conocido como el «Gran Abuelo». El árbol de 28 metros de altura y cuatro de diámetro, tiene más de 5 mil años y está en proceso de certificarse como el más viejo del planeta. Superaría así al pino Matusalén de Estados Unidos, que con 4 mil 850 años se considera actualmente como el más anciano del mundo.

“Este árbol que está aquí hace 5 mil años creciendo, es un sobreviviente porque estamos en un lugar muy especial que es un barranco, una quebrada, profunda, húmeda y que ha escapado de los incendios”, destacó Antonio Lara, investigador de la Universidad Austral y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de Chile, parte del equipo que estudia la edad de este árbol.

Además de esquivar el fuego, el «Gran abuelo» se salvó de la sobreexplotación de esta especie endémica del sur del continente americano, donde durante siglos su madera se usó para construir casas y embarcaciones.

Fue el guardabosques Aníbal Enríquez quien encontró el alerce milenario mientras patrullaba en 1972. Su hija, también guardabosques, cuenta que su padre no quería que la gente y los turistas supieran dónde estaba el árbol porque sabía que era muy valioso. El nieto de Aníbal es hoy uno de los científicos que estudia esta especie.

“Esos árboles muy antiguos tienen genes, tienen unas historias muy especiales comparado con todos los otros, porque han sido símbolos de resistencia, son símbolos de adaptación, de adaptabilidad. Son los mejores atletas en el fondo de la naturaleza”, explicó Jonathan Barichivich.

Un almacen de información para la investigación

Mientras se determina si el «Gran abuelo» destrona a Matusalén, el árbol ya entrega información muy valiosa a los científicos.

“El alerce es un ser que obviamente por ser milenario nos entrega una cantidad de información que nos permite a nosotros estudiar el pasado de estos árboles. Entonces por ejemplo es como un libro abierto, yo lo llamo y nosotros somos los lectores que leemos cada uno de sus anillos”, destacó Carmen Gloria Rodríguez, asistente de investigación del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la Universidad Austral.

Como testigo de los últimos cinco mil años, el alerce milenario es considerado también una gran cápsula del tiempo que almacena información sobre cómo estos árboles lograron adaptarse a los cambios del clima y su entorno.

“Lo que pasa finalmente es que si estos árboles desaparecen, desaparece con ellos una clave importante o muchas claves importantes de cómo la vida se adapta a los cambios en el planeta”, relató Jonathan Barichivich.

A raíz de su creciente fama, la Corporación Nacional Forestal aumentó la cantidad de guardaparques en el bosque del Gran Abuelo y restringe las visitas para protegerlo.