Iberoamérica.

La prevalencia de VIH en las mujeres transgénero en España se estima en un 19 % frente a una incidencia entre los hombres trans inferior al 5 %, y es que ser mujer trans y migrante supone más probabilidades de contraer la infección y tardan más en acudir al circuito sanitario.

Estos datos son estimaciones a nivel mundial pero extrapolables a España y ofrecidos por la asociación Apoyo Positivo. En declaraciones a EFE, la especialista en enfermedades infecciosas de la Unidad de VIH del hospital Clínic de Barcelona, Lorena de la Mora, explica que el 87 % de la población trans con VIH que atiende su hospital son mujeres latinoamericanas y un 88 % trabajadoras sexuales.

Según De la Mora, no hay un sistema de vigilancia epidemiológica ni guías clínicas para este colectivo, «por lo que la retención en el sistema sanitario es muy mala y la adherencia a los antirretrovirales, también».

Esta especialista en enfermedades infecciosas admite que no se sabe el tiempo que tardan en pedir ayuda, pero «más del 50 % llega con una situación inmunológica comprometida» y la media desde que se les diagnostica el VIH es de siete años.

Desde la ONG Apoyo Positivo insisten en la diversidad dentro del paraguas trans, porque no es lo mismo una persona transgénero que ha tenido facilidades y aceptación familiar a otra que ha sufrido transfobia en su entorno.

Y apelan a que se clarifiquen estos colectivos, porque tanto mujeres como hombres trans «están mal censados y se les mete donde no se les tiene que meter».

Por su parte, el psicólogo Davil Orión, hombre trans y con formación específica en salud sexual, en una entrevista con EFE, rebate la idea de que el profesional sanitario sea el que decida «quién es suficientemente trans» y afirma que se siguen dando situaciones de discriminación en consultas, «ya sea de Atención Primaria, urgencias, ginecología o urología».

No obstante, valora el esfuerzo de cada vez más profesionales sanitarios «revisando formas arcaicas de dirigirse a los pacientes, informándose y formándose», pero sostiene que el miedo y la discriminación hace que muchas personas trans eviten el circuito sanitario y opten por las asociaciones que se tejen a pie de calle «y las ONG con clara posición en favor de los derechos humanos».

Para Orión, la aceptación del diagnóstico y la adherencia al tratamiento depende más de los recursos de esa persona que del hecho de ser trans o de si tiene la nacionalidad española: «A más violencia y dificultades, peor acceso», afirma.