Argentina.
Gladys Biscobich se jubiló hace cuatro años después de trabajar en un supermercado de Buenos Aires. Viuda y madre de tres hijos, comenzó entonces su afición por la pintura, aunque también complementa su pensión como maestra de Reiki y limpiando casa. Pero Gladys a veces se siente sola y por eso llamó a la línea telefónica gratuita que generó la capital argentina para ofrecer conversación a adultos mayores.
“Hablamos poco. Después otro día dije, pues voy a llamar y o sea, como que ya estaba más preparada para llamar. Charlé un rato y me quedé más tranquila”, expresó Gladys.
En un centro de atención telefónica, la subsecretaria para personas mayores de Buenos Aires y la coordinadora del programa llamado “Escucha Activa”, recuerdan que hace tiempo los jubilados les comentaban su necesidad de dialogar.
“Uno puede sentirse solo de estar en su casa, no hacer actividades, pero puede levantar el teléfono y del otro lado hay alguien con quien puede conversar y sobre todo, puede motivarse para salir de su casa y participar en distintas actividades y propuestas que tenemos desde la ciudad de Buenos Aires”, dijo la subsecretaria.
300 personas llaman por día a “Escucha Activa” donde atienden operadores telefónicos capacitados por psicólogos y gerontólogos para dialogar.
“Lo primero que hace el operador es preguntar “¿De qué quieres hablar?”: como el primer disparador, no se les pregunta ningún otro dato más y atrás de lo que la persona mayor le va diciendo y le va comentando, se va haciendo como un perfilamiento el operador de la persona mayor que le permite ir viendo las necesidades que tiene la persona mayor y decir “bueno, a ver, quieres solo conversar, quiere tener una conversación libre conmigo””, comenta la coordinadora de “Escucha Activa”.
La soledad: un estado de ánimo creciente en Argentina
En otros casos terminan conversando sobre los grupos y actividades que Buenos Aires ofrece sobre personas mayores. Luciano Lutereau, doctor en psicología y filosofía y profesor de la Universidad de Buenos Aires, advierte que la soledad crece en toda la sociedad, no solo entre los adultos mayores.
“En nuestra época, básicamente, hay una disolución progresiva de los rituales o de los momentos de encuentro de que la realización tenga que ser con otros. Por lo general, hoy en día cada cual va realizando un montón de tareas. Digamos, la ansiedad es un síntoma capital que hace que siempre sintamos que tenemos algo que hacer y que tenemos poco tiempo para la charla incidental”.
Gladys los sufre en carne propia. “La soledad es dura cuando uno llega a cierta edad, que dices, ‘bueno, luché, trabajé, hice todo por los demás y ahora estoy sola, no sé qué hacer’. Es un sentimiento medio extraño”. Al menos ahora Gladys tiene con quién conversar.
Hace casi tres años, en Buenos Aires, comenzaba un aislamiento que duraría siete meses y medio, muchos se sintieron solos. Ahora, esta ciudad de 14 millones de habitantes ha recuperado su vida habitual, pero la soledad continúa azotando.
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