Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

Las vacunas contra Covid-19 marcarán un antes y un después en la historia de las inmunizaciones, pues nunca alguna había sido aprobada y administrada a la población en menos de un año. La emergencia sanitaria que vivimos fue suficiente para que en un tiempo récord, investigadores de todo el planeta conjugaran esfuerzos y pensaran en buscar una solución a la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2.

A lo que se suma el apoyo financiero de economías de distintos países, así como las aprobaciones de emergencia otorgadas por diversos órganos reguladores, fueron las condiciones que permitieron que la vacuna contra Covid-19 saliera al mercado en poco tiempo, lo cual podría marcar un parteaguas para la salud mundial.

Antes de la experiencia que está dejando la creación de estas vacunas, el promedio para que una pudiera ser administrada a la población era de 15 años.

En este tiempo se llevaban a cabo distintos procesos: se analizaba el virus o la bacteria en un laboratorio, después se definían cuáles eran los métodos para la creación de una posible vacuna y se contemplaba su desarrollo preclínico en animales de experimentación. Luego se pasaba a la fase clínica, la cual estaba dividida en varias etapas –en cada una de las cuales se evaluaba su seguridad y eficacia en grupos poblacionales de distintos tamaños.

Sin embargo, con las vacunas contra Covid-19 se tomaron medidas extraordinarias, ya que –por la emergencia sanitaria– fueron aprobadas para su administración cumpliendo ciertas características de eficacia, las cuales diversos organismos reguladores sanitarios consideraron las adecuadas para impedir el aumento de muertes, de casos graves y de hospitalizaciones.

A pesar de esta rápida reacción, surgieron algunos cuestionamientos; por ejemplo, si las  vacunas eran seguras, de qué estaban hechas, qué efectos secundarios podrían generar, por qué se crearon en tan poco tiempo y si en un futuro podrían surgir vacunas de forma rápida para otras enfermedades. De esta manera, la generación de vacunas durante esta pandemia nos dejará algunas importantes enseñanzas.

Conocimiento acumulado 

Aunque las vacunas contra la Covid-19 se hicieron y aprobaron en menos de un año, esto no significa que las tecnologías sobre las que están basadas tuvieran el mismo tiempo de existencia. De hecho, las técnicas ya conocidas y estudiadas fue lo que permitió el rápido desarrollo de las inmunizaciones. Desde la primera vacuna que se hizo contra la viruela por parte de Edward Jenner se empezó a gestar un conocimiento que ha ido mejorando, además de que han surgido nuevas formas de crear una vacuna.

El doctor Rodrigo Romero Feregrino, de la Asociación Mexicana de Vacunología, explica que en la actualidad existen varios tipos de tecnologías para hacer una vacuna. Algunas ya han sido utilizadas para crear inmunizaciones que han logrado erradicar enfermedades o disminuirlas de manera significativa.

Por ejemplo, la vacuna contra la polio y la hepatitis A son realizadas con la tecnología de virus inactivados, la cual se conoce desde hace por lo menos un siglo, pero hoy es empleada en las vacunas contra Covid-19 producidas por Sinovac o Sinopharm.

Otra tecnología que se ha empleado es la de vector viral, de la cual, aunque se tenía poca experiencia, ya se había desarrollado una vacuna de este tipo para ébola. En cuanto a las de Covid-19, esta clase es la utilizada por Cansino, Astra-Zeneca, Jansenn y Sputnik V.

Esta tecnología utiliza un virus diferente que ha sido modificado, que es el vector viral, en el cual se introduce la información genética del virus de la Covid-19. Una vez que el vector entra en las células y expresa la proteína S en su superficie se presenta al sistema inmune y se genera inmunidad.

La proteína spike (S) se localiza en la superficie del virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.

También se ha trabajado con tecnologías basadas en proteínas para la creación de vacunas contra Covid-19. Para ello, utilizan partes de la proteína S del virus SARS-CoV-2, con el fin de crear anticuerpos contra éste.

La doctora Edda Sciutto, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, destaca que este tipo de vacunas son seguras, y un ejemplo de ellas es la vacuna contra hepatitis B, con la cual ya se tenía experiencia, aunque –dijo–, con el advenimiento de la pandemia se han comenzado a explorar algunos adyuvantes, que son componentes que se agregan a la vacuna para aumentar su eficiencia.

Una tecnología más que ha sido utilizada para crear vacunas contra Covid-19 es la de ácidos nucleicos (ADN o ARN), la cual se ha convertido en una promesa en el área de la vacunología. No se contaba con experiencia en humanos de vacunas de ADN, y la India ha sido el primer país en aprobar una contra SARS-CoV-2.

“Es una vacuna que requiere de tres dosis y se aplica con un dispositivo especial para que el DNA pueda entrar a la célula para poder expresar esa secuencia de DNA e inducir una respuesta inmune. Son de bajo costo, muy estables a temperaturas diferentes y esto puede representar una gran ventaja para regiones tropicales, donde es más complicada mantener la red de frío”, puntualiza la doctora Sciutto.

En cuanto a las vacunas de ARN mensajero (ARNm) no se tenía ninguna en el mundo contra alguna enfermedad, aunque durante años se estuvieron realizando múltiples investigaciones en torno a esta tecnología. Hoy las que la utilizan son la de Pfizer-BionTech y la de Moderna.

Ni tan rápida

Las distintas tecnologías que se han empleado para crear las vacunas contra Covid-19 ya tenían años desarrollándose. Sin embargo, la que mayor expectativa causa es la vacuna de ARNm, la cual podría convertirse en una opción más rápida contra futuras enfermedades.

Las vacunas de ARNm han sido de las más usadas contra la Covid-19 en la población y aunque no se tenía experiencia en ellas, lo cierto es que para crearlas han tenido que pasar años de investigación básica desde la década de 1960, cuando se descubrió el ARN mensajero y se empezó a pensar en él como una opción terapéutica.

“El ARN mensajero lleva información para generar la proteína de interés; pero ¿cómo puedo llevar el material genético de una célula? Voy a necesitar algún tipo de vehículo. Entonces, el desarrollo de estas vacunas de RNA mensajero está asociado también a la historia de los vehículos [o mecanismos que lo transportan]”, explica el doctor Ismael Bustos Jaimes, académico del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Lo anterior sólo se pudo conseguir al sintetizar ARN modificado y obtener un mecanismo que lo transportara a la célula. “Hoy, con todo lo que se puede hacer en el laboratorio –síntesis automatizada de mensajeros, modificaciones químicas, producción de liposomas a escala nanométrica y el escalamiento a nivel industrial–, se pudo crear una vacuna relativamente rápido, aunque todo inició en 1960; y fue a partir de 2015 que ya se podía hacer esta vacuna, pues ya se tenía la tecnología”, destaca el doctor Bustos Jaimes.

Aunado a esto, el doctor Romero Feregrino explica que para crear una vacuna contra Covid-19 también se tenía como antecedente información previa de un coronavirus que había aparecido en 2001 y que se conoció como síndrome respiratorio agudo grave (SARS), así como de otro de la misma familia que se llamó síndrome respiratorio del medio oriente (MERS). Por lo tanto, existía un conocimiento de estos coronavirus y se pudo empezar a desarrollar una vacuna. Así, cuando apareció el SARS-CoV-2 “ya se tenía un camino recorrido de más de 10 años.”

Los investigadores coinciden en que estas vacunas de ARNm serán un parteaguas para la elaboración de futuras vacunas. Porque a diferencia de las vacunas con virus inactivados para las cuales se necesitan muchos virus para que tengan contacto con nuestras células –porque al estar inactivados no generan la misma respuesta inmune–, con la de ARNm se usa uno (creado en un laboratorio) para enseñar a las células a producir una proteína S y generar una respuesta inmunitaria, por lo que se dice que con este tipo de vacuna, la célula genera su propia vacuna.

Las vacunas de ARNm y las de vector viral trabajan con información genética y funcionan de una forma parecida, sólo que en las primeras ésta se transporta en una partícula lipídica, mientras que en las segundas lo hace en otro virus.

Una de las ventajas que podrían tener las vacunas de ARNm en un futuro es que para producirlas sólo se necesita tener la secuencia genómica de un virus, que gracias a las tecnologías que existen es relativamente rápido obtenerla, lo cual haría más rápida su producción.

Cambios significativos

Durante años se ha dicho que las vacunas salvan vidas, pero la pandemia lo visibilizó e hizo evidente. Hoy es indudable la importancia de desarrollarlas, así como de invertir en investigación y en tecnología.

Con esta pandemia han quedado grandes enseñanzas, la vacunología tendrá un impacto después de las distintas vacunas que se crearon contra Covid-19, pero sobre todo a partir de las de ARNm, cuya tecnología ha mostrado que se puede contender de manera más pronta contra enfermedades infecciosas.

Además, esto cambiará la manera de desarrollar vacunas, tan es así que en la actualidad ya se está evaluando crear algunas con esta tecnología para enfermedades como la influenza.

Asimismo, esta generación de vacunas también será un parteaguas para modificar la percepción que tiene la población sobre ellas. Aunque aún persisten grupos que no creen en su seguridad y ponen en duda su efectividad, las campañas de vacunación contra Covid-19 han visibilizado que la inmunización sigue siendo una de las herramientas de salud pública más importantes en el mundo.

De acuerdo con la doctora Edda Scciuto, entre las cosas que ha dejado la pandemia se encuentran que se favoreció la colaboración para la producción más efectiva de vacunas, se aceleró la producción de nueva tecnología y la población está más enterada de lo que implica desarrollar una vacuna.

“En la actualidad, para todos es clara la importancia de tener dos dosis de vacunas, porque la segunda dosis potencia la inmunidad, [además de que la protección] puede perderse en el tiempo. Es decir, nadie tenía tanta conciencia de todos estos fenómenos, y esto es una forma de divulgación de la ciencia muy interesante.”

Por su parte, el doctor Romero Feregrino expuso que uno de los grandes retos que se tienen en la actualidad es seguir invirtiendo en investigación para tener todavía más vacunas que prevengan contra otras enfermedades infecciosas. Además de que estas tecnologías que se usaron para desarrollar vacunas contra Covid-19 también puedan ser de utilidad para otras terapéuticas contra el cáncer, enfermedades inmunes, etcétera.

Asimismo, con la experiencia que dejó la vacunación contra Covid-19, uno de los aspectos a destacar, de acuerdo con el doctor Bustos Jaimes, es que es importante tener distintas opciones de vacunas y que se siga impulsando la investigación en torno a éstas, además de que una lección que está dejando la pandemia es que “si trabajamos todos en la misma dirección, como humanidad podemos estar seguros de que es posible contender con algunas enfermedades infecciosas si nos lo proponemos”.

Los investigadores coinciden en que aunque los requerimientos básicos de seguridad para crear una vacuna no cambiarán una vez que la emergencia sanitaria pase, es necesario que los países impulsen la producción de sus propias vacunas, con lo que se contendría el desabasto que se ha vivido en esta pandemia. Así, es mejor tener varias plantas que produzcan vacunas, en lugar de una sola.

Para el caso de México, el doctor Romero Feregrino concluye que “la realidad es que no tenemos producción de vacunas y ojalá ésta sea una oportunidad para retomar la producción e investigación, [y así] generar conocimiento como productos que podamos utilizar nosotros y que se puedan también llevar a otros países”.