Iberoamérica.
La lengua castellana ofrece la universalidad, más que ningún otro idioma, a quienes escriben en este lenguaje hablado por cientos de millones de personas, afirmó en México a EFE el escritor de origen hondureño, Horacio Castellanos Moya.
En una entrevista durante su visita a Guadalajara (oeste de México), el escritor nacionalizado salvadoreño afirmó que hablar y escribir en español es un privilegio. “Pertenecer a una de las lenguas más habladas en el planeta es un privilegio, permite que seas entendido y leído por mucha más gente que, por ejemplo, quien escribe en una lengua pequeña del este de Europa. El significado de la lengua en esos países es mucho más limitante, difícilmente se hablan fuera de esos lugares, mientras que estar con la lengua castellana le da cierta universidad a uno”, dijo.
Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) consideró que hablar el castellano es sinónimo de identidad global pero también una sentido de pertenencia al país donde nació, por las variaciones que el español tiene en cada territorio. “Me da una identidad mucho más global, pertenencia a una comunidad que es de cientos de millones (de hablantes). También me da pertenencia para esas cinco o seis millones de personas con las que me formé porque traigo el lenguaje de ahí, traigo ciertos giros, una visión de mundo, pero es una relación dual”, indicó.
Exilio y literatura
El narrador y periodista acude a México en la última actividad del programa de Guadalajara como Capital Mundial del Libro que ostentó hasta el pasado 22 de abril y en la que ofreció conferencias a estudiantes y futuros narradores.
El escritor conoce bien este país en el que residió en dos ocasiones como parte de una vida nómada que empezó en la infancia y que se recrudeció cuando la violencia y la guerra explotó en El Salvador. El autor de “Moronga” afirma que escribir desde el exilio que ha vivido en países como Japón, México, Alemanía y ahora Estados Unidos, donde se desempeña como profesor en la Universidad de Iowa, además de desarraigo le ha ofrecido perspectiva de la manera de vivir en Centroamérica.
“Solo mis últimas dos novelas suceden fuera de lo que es México y Centroamérica, son personajes que recuerdan y que viven Centroamérica como un dolor que traen, como una herida, como una necesidad de olvido, como un rencor. Creo que la vida nómada lo que me ha dado es perspectiva y también me da un poco de desarraigo por supuesto”, expresó.
Añadió que la distancia le ha permitido entender la fugacidad y la vulnerabilidad de los seres humanos. “Me ha permitido entender también un poco la fragilidad y la vulnerabilidad de la existencia humana, que nada es fijo, todo puede cambiar radicalmente de un momento a otro y los seres humanos tendemos a dar por supuesto que siempre vamos a estar en lo mismo. Influye también en la identidad, porque parte de la identidad se modifica con los cambios”, explicó.
Necesidad de escribir
Tras escribir “El asco” (2007), una crítica a los procesos sociales y políticos posguerra en El Salvador, Castellanos Moya recibió amenazas que le advertían no regresar al país, un precio que el escritor considera que hay que pagar por saldar la necesidad de hablar de estos temas.
“Uno escribe por necesidad de decir, cuando uno escribe no se pone a pensar, uno sabe que va a pagar un precio, pero no sabe qué precio, el destino es el que cobra. Escribo lo que tengo que escribir, entonces, un libro como ¨El Asco¨ fue una catarsis a través de una obra literaria y cuando lo escribí no me puse a pensar en las consecuencias de ello”, indicó.
Este riesgo fue en parte por el trabajo que desarrolló como director del diario Primera plana en el que destapó casos de corrupción entre los empresarios y el narcotráfico, uno de los pocos momentos en los que el autor considera que su trabajo periodístico se cruzó con su labor literaria. El narrador asegura que no anhela volver al país en el que creció pues la vida en ese país y en las demás naciones Centroamericanas es y ha sido siempre muy dura.
“La vida es muy dura en Centroamérica actualmente y siempre lo fue, hay momentos en que uno está ahí, apasionado por los proyectos en lo que está involucrado, por la sensación de que uno aporta, pero si uno no está en eso, la pura subsistencia es muy dura en Centroamérica, los niveles de pobreza, de desigualdad, de falta de oportunidades, por eso es que todo el mundo se quiere ir”, concluyó.
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