Iberoamérica.
Proteger a los territorios indígenas de la Amazonía brasileña de los incendios y la deforestación podría evitar más de 15 millones de casos de enfermedades respiratorias y cardiovasculares al año, además de los costos de atención sanitaria asociados, estimados en U$S 2.000 millones anuales.
Tal fue la conclusión de un estudio publicado en Communications Earth & Environment (6 de abril) centrado en cuantificar en términos de salud humana la importancia de preservar esa zona, considerada crítica para conservar la biodiversidad del planeta y hacer frente al cambio climático, pero que paradójicamente sufre una de las tasas más altas de deforestación.
Un hallazgo clave del estudio es que cada hectárea de bosque quemado podría generar un costo promedio anual de U$S 2 millones en tratamientos médicos.
“Nuestros estudios indican que existe una fuerte relación entre la emisión de contaminantes de los incendios y la incidencia de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Por lo tanto, combatir los incendios forestales (que son ilegales) sería el primer paso para evitar un aumento de estas enfermedades relacionadas con los incendios”, dijo a SciDev.Net Paula Prist, autora principal del estudio e investigadora de Ecohealth Alliance.
Los datos como evidencia
Diversos estudios demuestran que la exposición al humo de los incendios forestales aumenta la aparición de síntomas respiratorios, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfisema, cáncer de pulmón, bronquitis, asma, dolor de pecho, patologías pulmonares y cardíacas crónicas y del riesgo de muerte.
Al dar a conocer los resultados, en conferencia de prensa realizada de manera virtual, investigadores y líderes indígenas de Brasil enfatizaron la necesidad de proteger sus territorios y solicitaron al gobierno del presidente Lula que, en colaboración con la comunidad global, reconozca los derechos territoriales de los pueblos indígenas y los derechos de las comunidades tradicionales.
La investigación demuestra que la selva amazónica tiene la capacidad de absorber, en promedio, 26.000 toneladas métricas anuales de partículas contaminantes nocivas para la salud (menores a 2,5 micrómetros), que son liberadas a la atmósfera tras la quema de la cubierta vegetal, en especial durante la estación seca que comienza a finales de julio.
Estos resultados surgen de analizar diez años de datos, en 772 municipios de un área que abarcó cerca de 5 millones de km², lo que equivale a más de la mitad (59 por ciento) del territorio brasileño.
Prist señala que la deforestación y la fragmentación de los entornos naturales están también estrechamente relacionadas con un aumento del riesgo de transmisión de infecciones, como hantavirus y malaria, y agrega: “Proteger los bosques y su biodiversidad es fundamental para mantener la prestación de los servicios de regulación de enfermedades y evitar la multiplicación de estas infecciones”.
El papel de los territorios indígenas
Para Marcos Pedlowski, quien no participó en la investigación, el estudio “hace una contribución importante para ampliar la comprensión del papel que juegan los territorios indígenas en la Amazonía brasileña en términos de provisión de servicios ambientales”.
“Normalmente, solo se tiene en cuenta la contribución al mantenimiento de la biodiversidad y al suministro de agua, pero ahora se comprueba que sigue teniendo un papel importante como sumidero de contaminantes atmosféricos que se originan a partir de las quemas que actualmente se encuentran en una escala cada vez mayor y más allá de lo que conocemos como la región del Arco de la Deforestación”, prosigue.
Pedlowski, investigador del Centro de Ciencias Humanas de la Universidad Estatal del Norte Fluminense, en Río de Janeiro, pone asimismo de relieve el ritmo acelerado de la urbanización en la Amazonía brasileña, al margen de la deforestación.
“Rio Branco (Acre) y Porto Velho (Rondônia) son algunas de las ciudades que son cubiertas anualmente por el humo de los incendios”, dice.
“Con este estudio queda claro que el proceso de tala de bosques tiene un efecto perverso en la salud humana y que los territorios indígenas, al servir como sumideros de estos contaminantes, terminan reduciendo los impactos que traen consigo, beneficiando incluso a poblaciones que viven más allá de la Amazonía”, añade.
Para Marcia Macedo, del Centro de Investigación Climática Woodwell en Massachusetts, Estados Unidos, “este estudio nos trae un nuevo motivo para agradecer a los pueblos originarios de la Amazonía por ser los mejores guardianes de los bosques que ocupan. Resalta también la importancia de reconocer los derechos de los pueblos indígenas y de garantizar la integridad de sus territorios no solo por el carbono sino también por la salud pública”.
“El fuego no es un elemento natural del paisaje”
En la rueda de prensa, la especialista confesó su preocupación por el futuro de los bosques, principalmente en el sudeste de la Amazonía, “donde todo indica que el régimen de fuego cambió drásticamente en las últimas dos décadas”.
“Quiero dejar en claro que el fuego no es un elemento natural del paisaje sino que es un síntoma de varias acciones antrópicas en la región y que depende de diferentes factores, como la fuente de ignición –muchas veces intencional, como en el caso de desmonte o fuego criminal–, del aumento de las sequías extremas a causa del cambio del clima en la región que vuelve a esos bosques cada vez más vulnerables a los incendios, y la presencia de combustible, como biomasa seca, la invasión de gramíneas altamente inflamables, y la vulnerabilidad creciente de los bosques a la entrada del fuego”, dijo Macedo.
Dinamam Tuxá, activista indígena y coordinador ejecutivo de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), que también participó en la conferencia, señaló: “Ahora que el conocimiento científico ha podido medir el valor de la protección del bosque que realizan los pueblos indígenas, en especial en lo que hacen al enfrentar los incendios de forma autónoma, esperamos que el estado brasileño presente un plan para contener esas actividades criminales impulsadas por los agronegocios, por los grandes emprendimientos que cometen personas que ingresan a las tierras indígenas para cometer este tipo de ilícitos”.
Efecto transcontinental
Pero para los especialistas la preocupación por las consecuencias de los incendios, no debería circunscribirse a la Amazonía, ya que su efecto es considerado transcontinental.
“Estos contaminantes consiguen dispersarse a grandes distancias, afectando a poblaciones que muchas veces viven a cientos de kilómetros de los incendios. Cuando arde el arco de deforestación, los vientos llevan los contaminantes principalmente a la región occidental del continente, afectando poblaciones que incluso viven en otros países”, afirma Prist.
Por lo tanto, la experta destaca que el tema debería no sólo estar en la agenda nacional, sino que debería formar parte de los acuerdos internacionales en la región.
Marcos Pedlowski añade que, en este contexto, los incendios no son la única amenaza a enfrentar. “Las tierras indígenas están bajo una fuerte presión de madereros, ganaderos y mineros en toda la Amazonía brasileña”.
Y agrega: “Es urgente que el gobierno brasileño impulse la reconstrucción de su aparato de comando y control para expandir rápidamente la protección de las tierras indígenas en la Amazonía”.
Por: Claudia Mazzeo en SciDev.Net América Latina y el Caribe
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