Punta del Este, Uruguay.
A pesar de que la escala y frecuencia de los desastres ha crecido alrededor del planeta, en los últimos diez años sólo el 5 por ciento de la ayuda oficial global en este ámbito ha estado dirigida a acciones preventivas y de preparación.
Y en América Latina y el Caribe, que ocupa el segundo lugar de vulnerabilidad a los desastres después de Asia y el Pacífico y que en estos días enfrenta una serie de desastres producto de severos eventos climáticos, la cobertura de sistemas adecuados para el monitoreo de riesgo apenas alcanza el 30 por ciento.
Estos son solo dos datos que ilustran sobre la magnitud de los retos que el mundo –y nuestra región en particular– enfrenta en dicho campo y que fueron analizados en la VIII Plataforma para la Reducción del Riesgo de Desastres en las Américas y el Caribe (PR23) realizada en esta ciudad.
En el periodo 2000 a 2022, los desastres afectaron a 152 millones de personas latinoamericanas y caribeñas, con impactos diferenciados a las personas mayores y con discapacidad, niñez, mujeres y población LGBTIQ+.
Respecto al 2023, los recientes monitoreos de amenazas naturales de la Organización Panamericana de la Salud dan cuenta de las emergencias suscitadas en tres países: Brasil, Colombia y Perú.
En el primero, las fuertes lluvias en Manaos provocaron deslizamientos de tierras y 8 muertos que se suman a otras 46 personas fallecidas por lluvias e inundaciones en el estado de São Paulo en febrero.
Las lluvias que afectan desde el 8 de marzo al departamento de César –en el noreste de Colombia– han llevado al colapso a más de 600 viviendas y arrasado con más del 70 por ciento de los cultivos. Mientras que en Perú el ciclón Yaku deja, hasta el momento de escribir esta nota, más de una docena de fallecidos, la destrucción de importantes vías de comunicación y miles de viviendas, cultivos y ciudades enteras en la costa norte del país sumergidas en el agua.
A esto se suma la ola de calor en Argentina que a inicios de marzo alcanzó los 41°C y que, aunque no causó víctimas fatales, ha provocado incendios forestales, incluso en reservas ecológicas, y apagones masivos.
Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres, señaló a SciDev.Net que en Latinoamérica y el Caribe se registran uno de cada cuatro eventos de ese tipo: “Es evidente que hace falta mucha prevención, no solo capacidad de respuesta”, subrayó.
Durante la PR23, celebrada del 28 de febrero al 2 de marzo, ministros y altos funcionarios de 31 países se comprometieron a implementar la iniciativa Alertas Tempranas para Todas las Personas, que anunció en noviembre el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres.
Asimismo, ajustaron el Plan de Acción Regional para la Implementación del Marco de Sendai, adoptado en 2015 y vigente hasta 2030. Este es el acuerdo internacional más importante para hacer frente a los desastres.
Camila Wirsching Fuentes –directora ejecutiva de Fundación Proyecta Memoria, de Chile, quien no participó en la reunión– piensa que cumplirlo implica levantar información a una escala local que sirva para generar estrategias de prevención y evacuación. “Eso es muy complejo, caro y en América Latina estamos muy lejos de tener los insumos necesarios”, dijo a SciDev.Net en una videollamada.
“Tanto las condiciones de vulnerabilidad como las de exposición y la dinámica de las amenazas a las cuales se enfrenta la región periódicamente, están formando un coctel muy peligroso para que veamos un incremento de los desastres en los próximos años”.
Alonso Brenes, miembro del Grupo Asesor en Gestión del Riesgo para Latinoamérica de la UNESCO
La arquitecta urbanista recalcó que los desastres no son naturales, sino políticos y que a los instrumentos de gestión del territorio en la región a menudo les falta coherencia con el Marco de Sendai: “En Chile, por ejemplo, tenemos zonas que son de riesgo y no obstante se permite construir ahí porque en el plan territorial aparecen como de rango tolerable”.
Alonso Brenes –Miembro del Grupo Asesor en Gestión del Riesgo para Latinoamérica de la UNESCO y uno de los autores de la Revisión de Medio Término del Marco de Sendai presentada en la PR23– afirmó a SciDev.Net que “tanto las condiciones de vulnerabilidad como las de exposición y la dinámica de las amenazas a las cuales se enfrenta la región periódicamente, están formando un coctel muy peligroso para que veamos un incremento de los desastres en los próximos años”.
Con dichas tendencias es muy probable que el mundo no consiga cubrir el Marco de Sendai al 2030, advierte el documento. Esto pondría en la cuerda floja a otros tratados, por ejemplo, en materia climática.
“La reducción del riesgo de desastres es como un tejido conectivo. Se relaciona con todo lo demás, porque el riesgo puede destruir cualquier cosa”, dijo a SciDev.Net Mami Mizutori.
Advirtió que, de no invertir lo suficiente en ese tema, “no solo fallará el Marco de Sendai, sino que los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Agenda 2030 de la ONU y el Acuerdo de París tampoco se lograrán”.
Para Amaly Fong Lee –investigadora en la Universidad Marítima Internacional de Panamá– uno de los desafíos principales es garantizar el financiamiento a la ciencia, tecnología e innovación. “Hay muy pocos países donde se diga ‘este es el fondo para investigación en gestión de riesgos’”, comentó en entrevista con SciDev.Net la también Presidenta de la Red de Mujeres de América Latina y el Caribe para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Los principales resultados de la VIII Plataforma para la Reducción del Riesgo de Desastres en las Américas y el Caribe se analizarán en la Reunión de Alto Nivel de Naciones Unidas el próximo 18 y 19 de mayo en Nueva York.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net
Por: Carmina de la Luz para SciDev.Net América Latina y el Caribe.
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