Estados Unidos. 

Lisa Smith tiene problemas sanguíneos y desde hace años, toma medicamentos que apenas le sirven porque las grandes empresas farmacéuticas solo estudiaron sus efectos principalmente en varones.

Pero el objetivo de las farmacéuticas es vender el mayor número de medicamentos, aun sabiendo que solo ayudan a la mitad de los pacientes, pues desarrollar un medicamento cuesta 800 millones de euros.

Así que, para hacerlo rentable, cada fármaco en ventas debe generar beneficios superiores a los mil millones. Pero la época de los fármacos de masas ha pasado. Ahora está surgiendo una nueva medicina personalizada.

La genética de Lisa puede descifrarse en 25 horas y al precio de unos miles de dólares, empresas (sobre todo estadounidenses) ofrecen predicciones genéticas especializadas a millones de clientes.

Hay compañías tecnológicas médicas especializadas en elaborar un análisis global a partir de la radiografía, muestras de tejidos, análisis de sangre y de patógenos. Luego, con la ayuda del microbioma, pueden ofrecer una medicación personalizada que surta un efecto seguro.

También tratan de aprovechar la inteligencia artificial, un apósito digital colocado en el brazo de Lisa podría dar en el futuro dar una alarma cuando el medicamento no surta efecto en su cuerpo: un control permanente aseguro por unos cuantos dólares.

Lisa Smith espera que la medicina especializada permita sanar su enfermedad. Un inconveniente es saber quién tiene acceso a esa cantidad de datos personales. El médico por supuesto, pero cada vez hay más empresas que ofrecen esos servicios.

También, las grandes farmacéuticas deberán adaptarse y en lugar de fabricar millones de comprimidos, deberán producir cantidades mucho menores, armonizar diagnóstico, investigación y terapia y ofrecer tratamientos personalizados para ayudar a pacientes como Lisa.