España. 

El aguilucho cenizo ha sido elegido como Ave del Año 2023 en la votación popular anual organizada por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) para llamar la atención en favor de las especies en peligro por su declive poblacional o las amenazas a su conservación.

La intensificación de la agricultura, los plaguicidas, las cosechas tempranas, el aumento de cultivos leñosos y la eliminación de linderos y barbechos afectan gravemente a esta especie

El  aguilucho cenizo es una de las aves que más movilización suscita por su gran declive en ambientes agrícolas, prueba de ello es el trabajo que realiza el Grupo Ibérico de Aguiluchos desde hace varias décadas y las acciones que realizan sobre el terreno numerosos grupos locales de SEO/Birdlife.

La organización ha anunciado hasta la fecha 33 especies  Ave del Año por su declive poblacional o por sus amenazas de conservación. Tras un proceso de votación abierta y participativa, el aguilucho cenizo ha sido elegido por 3.187 votos como Ave del Año 2023, seguido del alimoche común con 2.355 votos y la ganga ibérica con 2.105 votos.

Las tres candidatas de esta edición se encuentran amenazadas y, por tanto, incluidas en el Libro Rojo de las Aves de España y en el III Atlas de las Aves en Época de Reproducción en España, una publicación clave para conocer la distribución, tendencias y poblaciones de las 450 especies que se detectan en España en primavera.

El aguilucho cenizo es un buen representante de la singularidad y el valor ecológico de los ambientes agrarios cerealistas donde habita. Pocas rapaces hay tan ligadas a las actividades humanas como esta, una especie que, en España, depende estrechamente de las grandes extensiones cultivadas de cereal.

“A través de esta especie vamos a concienciar  a los políticos, a los agricultores y a la ciudadanía en general de la importancia de conservar nuestros campos con vida. Para el aguilucho cenizo es necesario encontrar soluciones conjuntas que eviten la destrucción de nidos durante la época de siega y aseguren el mantenimiento y apoyo a los sistemas de explotación agrícolas más respetuosos con la biodiversidad. Debemos garantizar políticas y ayudas que conserven a los aguiluchos y a los agricultores que los tienen en sus tierras”, ha asegurado Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife.

Ruiz ha añadido que “la protección legal de una especie no es suficiente. El mensaje que nos lanza el aguilucho cenizo es que no basta con proteger, hace falta actuar para conservar. Y que conservar es una oportunidad para asegurar el futuro de las comunidades locales que viven en, de y por el campo”.

Declive del alimoche cenizo entre 1998-2018. / SEO/BirdLife en SINC.

Esta rapaz migratoria, que pasa los inviernos en África, se puede ver por la península ibérica sobrevolando los amplios campos abiertos desde primavera hasta finales del verano.

Amenazas y particulares de la especie 

La intensificación agraria es una de sus principales amenazas, ya que las cosechadoras destruyen nidos y polluelos. El uso de plaguicidas también disminuye el número de presas, por lo que sus poblaciones tienen un declive muy importante.

El aguilucho cenizo es una rapaz que depende estrechamente de las grandes extensiones cultivadas de trigo y cebada, donde, a falta de los grandes herbazales que conforman en otros lugares su hábitat predilecto, instala los nidos. A cambio de alojarse en los cultivos, el aguilucho cenizo elimina ingentes cantidades de topillos, ratones, langostas, pequeños reptiles y aves granívoras, que constituyen sus presas habituales.

Las transformaciones de los cultivos de cereal de secano a regadíos o leñosos, las prácticas agrícolas intensivas, la reducción de linderos y barbechos y, especialmente, la recogida temprana de las cosechas está afectando muy gravemente a esta especie.

También la persecución de esta rapaz, a causa de ser una especie que depreda puntualmente sobre especies cinegéticas, ha sido una causa de mortalidad del aguilucho cenizo.

Mientras que el censo de 2006 registró entre 5.818 y 6.934 parejas, el último de 2017 contó entre 4.269 y 5.360.  En solo una década se han perdido cerca de 1.500 parejas,  un declive de entre el 23 % y el 27%.

Los mayores declives se han observado en Galicia, Andalucía, Extremadura, Madrid o Euskadi. En general se observa un fuerte y generalizado descenso en la mitad occidental.

Según los datos del último censo estatal, España constituye el país europeo más importante para la especie a nivel numérico, seguido por Francia, con 3.800-5.100 parejas, o Polonia, con entre 3.000-4.000 parejas. Por lo tanto, España tiene una gran responsabilidad en la conservación de esta especie a escala global y debe actuar en consecuencia, reclaman desde SEO/Bird.

Acciones para su conservación en 2023

La organización ha anunciado varias acciones para favorecer al aguilucho cenizo que redundarán, además, en beneficio de otras especies con las que comparte hábitat. Su objetivo es la supervivencia de un gran número de ejemplares en zonas clave.

Distribución del aguilucho cenizo en la península ibérica. / SEO/BirdLife en SINC.

Sin embargo, la organización conservacionista señala que  no son la solución de todos los problemas que sufren los aguiluchos en todo el territorio, por lo que reclama un cambio más profundo del modelo agrario. Para ello, este 2023 solicitará a las comunidades autónomas que adopten medidas agroambientales específicas para zonas de interés del aguilucho cenizo.

Para proteger los nidos durante las labores de la cosecha es necesario proporcionar medios, fondos y medidas de compensación a los agricultores, destaca la organización, que también defiende tomar medidas sobre los cultivos. Entre ellas, el retraso de la cosecha, la conservación de linderos y de barbechos gestionados para fomentar la biodiversidad en al menos un 10 % de la superficie.

Por otro lado, SEO/Birdlife aboga por el uso de energías renovables responsables, y anuncia que trabajará para que no se implanten proyectos eólicos y fotovoltaicos o de nuevas líneas eléctricas en los territorios clave para la especie.

En las centrales eólicas ya instaladas en las zonas donde habita la especie, la organización reclamará establecer periodos de parada en la época reproductora, e incluso la posibilidad de parar la actividad por completo durante los meses en que la especie se encuentra en España.