Iberoamérica. 

A más de 18 mil kilómetros al sur de su hábitat natural, con dos océanos de por medio y tres continentes, la almeja asiática (Corbicula fluminea) —una de las especies de moluscos de agua dulce más invasora y expandida del mundo­— ha sido detectada en el río Chubut, en la Patagonia argentina.

Se considera el registro más austral de Sudamérica hasta ahora informado, según destacan investigadores argentinos en el trabajo publicada en Limnology.

Capaz de alterar la cadena alimentaria del ecosistema que invade, y de obstruir instalaciones hidráulicas, tuberías, filtros, bombas y centrales de energía hidráulica, la almeja asiática se destaca por su alta fecundidad y velocidad de crecimiento, lo que confiere alta capacidad de invasión de nuevos ambientes. En el último siglo, por ejemplo, decenas de investigaciones han registrado su presencia en ríos de Asia, Europa, América y África.

En la región ya existen referencias de la distribución de esta almeja en zonas de Argentina, Brasil, Venezuela, Cuba, México, Ecuador, Perú, Panamá y Uruguay, entre otros países. “Recientemente se la encontró en Asunción, Paraguay”, dice Alejandra Volpedo, directora del Instituto de Investigaciones en Producción Animal de la Universidad de Buenos Aires, quien no participó en la investigación.

Ahora, “es la primera especie que invade el río Chubut”, dice Berenice Trovant, investigadora del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAUS) del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) en Puerto Madryn, Chubut, y autora principal de la investigación.

“Probablemente detrás vengan otras (especies invasoras), si la fuente de introducción es, como creemos, el agua de lastre de los barcos”, agrega.

Por ejemplo, otro molusco altamente invasor, también presente en la región desde hace décadas, es el mejillón dorado (Limnoperna fortunei). Solo en el Río de la Plata, por ejemplo, su presencia en 30 años aumentó hasta llegar a 150.000 individuos por metro cuadrado, de acuerdo con otra investigación publicada recientemente en Aquatic Sciences.

¿Cómo llega?

Entre los principales vectores de dispersión de la almeja los autores mencionan el agua de lastre de embarcaciones y la pesca (usada como carnada), pero postulan que en el caso del río Chubut el primer vector es el más probable.

La afirmación se explica por la actividad de la “flota amarilla”, un grupo de barcos muy característicos de la zona, dedicados a la pesca de merluzas y langostinos. Estos barcos, detalla el artículo, suelen viajar por reparaciones a Buenos Aires, donde la almeja está presente desde la década de 1960.

En Argentina, el Convenio Internacional para el Control y la Gestión del Agua de Lastre y los Sedimentos de los Buques (Ley 27.011) es la norma que regula el control del agua de lastre y sedimentos de dichas embarcaciones.

Pablo Filippo, docente de la Universidad de Buenos Aires, destaca que este convenio internacional, que entró en vigor en 2017 y se aplica tanto a buques nacionales como extranjeros, “tiene el objetivo de prevenir, reducir al mínimo y, eventualmente, eliminar la transferencia de organismos acuáticos perjudiciales y agentes patógenos mediante el control y gestión del agua de lastre y los sedimentos de los buques”.

La autoridad de aplicación de esa ley en Argentina es la Prefectura Naval, organismo nacional responsable de adoptar medidas efectivas para garantizar su cumplimiento.

Fuentes de ese organismo, que pidieron no ser identificadas, dijeron a SciDev.Net que consideran poco probable que la vía de introducción de la almeja asiática en el río Chubut haya sido el agua de lastre.

El río Chubut está ubicado al sur de Argentina (a) y es el principal curso de agua de la provincia del mismo nombre (b). La presencia de la almeja allí podrá obstruir diversas instalaciones portuarias e hidráulicas (c). Cortesía de Berenice Trovant para SciDev.Net

De acuerdo con la información estadística que manejan sobre los movimientos de buques, en el puerto de ese río solo operan pesqueros de pequeño porte que no utilizan agua de lastre en su operación normal.

Por otra parte, señalan que, en el caso de realizar reparaciones, lo hacen en astilleros cercanos al puerto de Rawson y con poca frecuencia ingresan a la Cuenca del Plata, donde fue detectada por primera vez en Sudamérica, en 1979.

Por ello, para la fuente consultada, la almeja debió ingresar en el río Chubut como carnada viva.

Control y seguimiento

Los autores del trabajo señalan que el monitoreo y el seguimiento del bivalvo resulta decisivo para evitar su dispersión e impacto.

La almeja asiática en su más reciente hábitat invasor: el río Chubut, en la Patagonia argentina. Crédito de la imagen: Nicolás Battinim. En SciDev.Net América Latina y el Caribe.

En Argentina, “hay un gran control por parte de la Prefectura, con el agua de balastro y la limpieza de los cascos de los barcos, pero también las personas debemos tener un control de las especies que ingresamos a sabiendas en los ecosistemas acuáticos, tal como sucede cuando, por ejemplo, se llevan especies de un lago a otro, creyendo que así se mejora la pesca”, resalta Volpedo.

Trovant y Volpedo coinciden que, independientemente de cuál sea el origen, la invasión de especies representa un gran desafío para los ecosistemas, porque raramente se logra erradicarlas. Se apunta entonces a monitorearlas y a implementar algún tipo de medida para su control.

Trovant, por su parte, sostiene que es necesario desarrollar estrategias que contemplen la participación de diferentes actores. Los pescadores, las autoridades ambientales provinciales, los organismos de control, la academia, las empresas potabilizadoras de agua e incluso los bañistas. “Muchas veces son ellos los que dan aviso de la presencia de especies invasoras, por ser los primeros en verlas cuando baja el nivel del agua”, afirma.

Por: Claudia Mazzeo en SciDev.Net América Latina y el Caribe. 

Con reporteo adicional de Daniela Hirschfeld