México.

Indígenas ikoots de San Mateo del Mar, en el sureño estado mexicano de Oaxaca, decidieron reforestar un mangle para reconectarse con la naturaleza y paliar los efectos del clima caluroso y la escasez en la pesca.

El atardecer reúne a los ikoots para reforestar la zona pues, de acuerdo con antiguas creencias, representaba el hábitat de los Señores Cocodrilos, los guardianes de la laguna y el mar, que tuvieron que irse cuando los manglares de la laguna que rodea la comunidad fueron devastados.

Con esperanza, los ikoots, que son una comunidad que habita en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, comenzaron una labor de reforestación cuyos beneficios quizás no verán.

Mujeres y hombres dirigen con la fuerza de sus brazos las carretillas donde transportan las macetas con pequeñas plantas de mangle, que serán sembradas con sus propias manos a la orilla de la laguna, adyacente al Golfo de Tehuantepec.

Para la siembra de mangle, de la especie “botoncillo”, que es el nativo de la región y que fue cultivado en huertos de traspatio, los ikoots rescataron la técnica prehispánica de las chinampas, voz náhuatl que significa “cerca de las cañas” y que fue utilizada en la Gran Tenochtitlán como un método de cultivo para ganar territorio en el agua.

Doña Albertina Flores, de 45 años de edad, quien es pescadora y acudió con sus dos hijos a sembrar el mangle, interrumpe la faena para hablar con EFE y contar la forma en que ellos perciben la falta de la planta que atrae y hace crecer a los peces y camarones.

Mientras se seca el sudor explica que muchas veces por necesidad la gente corta estos árboles.

“Pero ahorita nosotros estamos sembrando para ayudar a los que vienen más chiquititos porque nosotros ya estamos grandes”, comenta.

Afirma que la esperanza es que más adelante el camarón y los pescados característicos del lugar crezcan dentro del agua.

Durante más de dos horas las mujeres ikoots no han dejado de abrir la tierra lodosa que Elizabeth, de 40 años, siente debajo de sus pies descalzos.

Ella no deja de escarbar y explica convencida los beneficios de sembrar mangle “para el medioambiente, para que tengamos más oxígeno y a la vez darle vida a la laguna, a los peces para que tengan su alimentación y para que se produzcan”.

Otro grupo construye sobre el río algo similar a las chinampas utilizadas por los mexicas para cultivar plantas en zonas inundadas, pues buscan regresar el agua de la laguna que ha ganado terreno por la ausencia del mangle.

También con carretillas han acarreado tierra del campo lagunar para crear un terreno sólido que aplanan con las manos.

“De esa manera logramos que se mantenga la humedad y la salinidad en la planta y eso favorece a su crecimiento con la tierra que es nativa de aquí, las sembramos en casa y las traspasamos a esta especie de chinampas”, dice Esteban Ruiz, quien junto a otras cinco personas está encargado de acarrear la tierra a la laguna.

Daniela Quintero, presidenta del comité de reforestación, sabe de primera mano cómo perciben en San Mateo del Mar el cambio climático por la falta de mangle.

“Acá estamos rodeados de laguna y últimamente ha hecho mucho calor por falta de esos árboles. Además del fuerte viento que azota aquí en la región, precisamente porque no hay mangle que lo detenga”, dice.

Edgar Abrego Victoria, nativo de San Mateo del Mar, es ingeniero en restauración forestal y responsable del proyecto de Restauración Ecológica de Manglares del Sistema Lagunar Huave, y precisa que se han sembrado más de 5.000 plantitas.

“Queremos rescatar nuestra identidad y la barrera que antes nos protegía de los vientos, las inundaciones y el calor”, afirma.

En la labor participaron más de 70 mujeres y hombres ikoots que volverán a sus casas a esperar un nuevo llamado para devolverle a la naturaleza lo mucho que les ha dado y que ellos le han quitado.

Por: José de Jesús Cortés.