América Latina.

Tras sufrir una enfermedad en las encías, la mexicana Sonia Rosas de Anda tuvo que viajar desde Tijuana a la Ciudad de México en busca de algún especialista que le colocara unos implantes dentales a un precio accesible, pues no encontró ninguno en su ciudad que le cobrara menos de US$ 11.000.

Sonia se asume víctima del turismo médico, es decir, el flujo de personas que viajan a otros países o ciudades para obtener atención médica o someterse a procedimientos (sobre todo odontológicos, estéticos y de reproducción asistida) por ser más baratos, accesibles o rápidos que en su lugar de origen.

De acuerdo con Patients Beyond Borders, el mercado mundial de este sector está creciendo a una tasa del 15-25 por ciento y representa ganancias globales entre US$ 74 y 92 mil millones.

En particular en América Latina, el Índice de Turismo Médico 2020-2021 incluye a nueve países de la región entre los 46 más atractivos para los estadounidenses: Costa Rica, República Dominicana, Argentina, Colombia, Brasil, Panamá, Jamaica, México y Guatemala.

Las nacionalidades de los visitantes varían según el país: mientras que a México llegan, sobre todo, ciudadanos estadounidenses, incluyendo hispanoamericanos; a Brasil, viajan de Estados Unidos, España, Portugal. A Argentina van muchas personas de países vecinos como Uruguay, Bolivia y Paraguay, y en menor medida de Estados Unidos y Canadá.

Por un lado, muchos médicos, asociaciones y gobiernos lo ven como algo positivo, pues genera recursos para mejorar instalaciones y equipos de salud en el país receptor de esos pacientes. Además, favorece al sector turístico porque esas personas aprovechan el viaje para conocer el país destino e invierten en hotel, alimentos y recreación.

“El turismo médico siempre es bueno, fomenta que la gente conozca el país y nos permite tener más pacientes a nivel internacional, lo que incide en el reconocimiento de nuestra labor”, dice el médico oftalmólogo Tomás Jaeschke, del Hospital Universitario Austral, en Argentina.

Sin embargo, otros lo ven como un problema, sobre todo quienes viven en carne propia sus desventajas, como el aumento de los costos médicos y la concentración de recursos humanos en el sector privado.

“El turismo médico prácticamente estandariza los costos en toda una región y las personas que ganan en pesos o tienen un ingreso menor quedan en la imposibilidad de poderlos pagar (…) Resulta mejor irte, pagar un hotel y usar un avión, que pagar los costos del turismo médico”, dice Sonia Rosas a SciDev.Net.

Aunque no abundan los estudios sobre el tema, hay señales de que el turismo médico puede estar provocando un acceso desigual a algunos tratamientos. Un artículo de 2019 basado en entrevistas con profesionales de la salud y elaborado por investigadores de Guatemala, concluye que puede haber impactos negativos a la población local por el alza de precios en servicios a extranjeros.

“Si te realizo algún tipo de procedimiento, te cobraré lo mismo, y no me importa de dónde eres, el color de tu piel, si eres hombre o mujer (…) No creo que se deba hacer esa diferencia, pero cada uno es libre de cobrar lo que quiera”, dijo un médico entrevistado como parte del estudio.

Otro de los cuestionamientos tiene que ver con el flujo de personal médico que es atraído cada vez más al sector privado por la ganancia económica que implica atender extranjeros con mayor poder adquisitivo.

La investigadora mexicana Dennise Rodríguez, del Departamento de Geografía de la Universidad de Brasilia, dice a SciDev.Net que “en México y otros países latinoamericanos, la brecha salarial entre los médicos del sector público y privado es elevada. Esta atracción hace que muchos de ellos empiecen a considerar el sector privado como una opción mejor, y el sector público quede desprotegido”.

Al alza

A pesar de las desventajas para la población local, el turismo médico va al alza. Según Statista, tan solo en 2021 más de 450 mil visitantes cruzaron la frontera de Estados Unidos a México por motivos médicos. En Brasil, los turistas médicos pasaron de 198.000 en 2004-2008 a 250.000 en 2018, dijo a SciDev.Net Julia Lima, la presidenta de la Asociación Brasileña de Turismo de Salud (Abratus).

Lima también comentó que el sector genera ganancias aproximadas de US$ 6.000 millones anuales. Además, voceros de la Sociedad Brasileña de Cirugía Plástica dijeron a SciDev.Net que cerca del siete por ciento de los 1,5 millones de cirugías plásticas que se hacen al año son para extranjeros.

En República Dominicana, un estudio auspiciado por el gobierno y la Asociación Dominicana de Turismo de la Salud reportó que en 2018 llegaron 47.725 pacientes internacionales, más del 15 por ciento respecto al 2017. Además, de las 23.000 cirugías plásticas que se hicieron en el país, el 80 por ciento fue para turistas.

El costo, ventaja indiscutible

Uno de los motivos del turismo médico es el económico, con énfasis para los latinos que viven en Estados Unidos. La dominicana María Cristina Amaro, por ejemplo, viajó a su país hace años por unos implantes dentales por los que pagó US$ 10.000 dólares, 75 por ciento menos del precio en Estados Unidos.

Este año volvió para hacerse una blefaroplastia (extirpación del exceso de piel de los párpados) por US$ 4.500 menos. “Obviamente, aquí [Estados Unidos] me hacían un mejor trabajo, pero era demasiado la diferencia de precio”, dice Amaro a SciDev.Net.

“Los dominicanos ausentes vienen al país sobre todo para procedimientos odontológicos y de cirugía plástica, y evidentemente hablan español y se quedan donde sus familiares o en casas de recuperación”, dice a SciDev.Net Alejandro Cambiaso, presidente de la Asociación Dominicana de Turismo de la Salud.

Josie Almeida, naturalizada brasileña-estadounidense, también viajó a su país, Brasil, para someterse a un blanqueamiento dental y corrección de la arcada por el que pagó US$ 500. Según sus cálculos, en Estados Unidos, donde vive hace 25 años, hubiera pagado US$ 4.000.

Además de lo económico, también importa la calidad que caracteriza a muchas especialidades en la región. “Vas a Brasil con la certeza de que volverás con los resultados que buscas y pagando mucho menos”, dice Almeida, quien prevé volver para someterse a un implante hormonal que cuesta 40 por ciento menos que en Estados Unidos y dura el doble.

Incluso los procedimientos más complicados suelen ser mucho más económicos en el sur. “Una operación de reemplazo de cadera, por ejemplo, cuesta al menos US$ 120.000 en Estados Unidos; en Brasil el procedimiento cuesta US$ 20.000”, dice Julia Lima.

Ventaja económica, ¿para quién?

El turismo médico genera importantes ventajas económicas para los países destino. De acuerdo con Graciela Esponda, gerente de Cámara Argentina de Turismo Médico (CATM), el turista médico gasta entre 5 a 9 veces más que lo que un turista de placer o trabajo, y el 75 por ciento de ellos viaja con un acompañante, lo cual implica más impacto económico.

De acuerdo con Cambiaso, en República Dominicana el turismo médico está generando inversiones en el sector que rondan los US$ 500 millones. “Gracias a este turismo se construyen nuevos centros de salud, (se suman) nuevas camas de hospitales y se adquieren tecnologías de vanguardia que son utilizadas en la inmensa mayoría de los casos por dominicanos”.

“A veces se cree que el turista de afuera usa bienes o servicios que no tienen los argentinos. En realidad, al tener un mejor ingreso por el turismo extranjero, las organizaciones de salud pueden reequiparse, pagar mejor al personal, lo que redunda en beneficio de todos”, dice Esponda a SciDev.Net.

Pero hay quienes miran la otra cara. “Se supone que el turismo trae dinero y que, si la cima de la pirámide tiene dinero, éste llegará a la base, pero eso no ocurre”, dice Dennise Rodríguez, quien hizo un estudio recientemente sobre turismo de salud en Brasil.

Para ella, el problema esencial es que la salud se percibe cada vez más como un bien que se puede comercializar, y deja de ser un derecho para convertirse en una mercancía, lo que puede provocar un aumento de las desigualdades sanitarias en los países receptores. Así lo observó en Los Algodones, una ciudad fronteriza mexicana que ofrece servicios de odontología exclusivos para extranjeros.

“Los dueños de consultorios y el personal especializado que trabaja en ellos (odontólogos y especialistas diversos) no son originarios de Los Algodones por lo que los ingresos que reciben en realidad no permanecen en la localidad. Los empleos menos especializados (y peor pagados) se quedan para los habitantes de la localidad, en funciones como limpieza y vigilancia, lo que perpetúa una desigualdad ya existente”, explica Rodríguez en una investigación.

Esto no significa que no pueda haber un turismo médico más justo, pero es necesaria la regulación. En su artículo, los investigadores guatemaltecos dicen que los países deben regular para que parte de las ganancias vayan al sector público y que el turismo médico crezca sin mermar la disponibilidad, accesibilidad o calidad de la atención médica para los locales.

También lo cree Rodríguez: “No es que el turismo médico sea malo, pero podría ser una forma de recortar las desigualdades, en lugar de profundizarlas”

Por: Aleida Rueda, Claudia Mazzeo, Washington Castilhos y Mariela Mejía en Scidev América Latina y el Caribe