Por Isabel Pérez, Ciencia UNAM-DGDC

Mucho se ha hablado respecto a que los videojuegos generan conductas adictivas, e incluso, que los jugadores pueden desarrollar impulsos violentos y agresivos. Sin embargo, existen juegos totalmente lúdicos y hasta pueden resultar educativos.

Los videojuegos en sí no son perjudiciales si se utilizan de manera adecuada y son aptos para la edad de quien los juega. Muchos juegos resultan benéficos y educativos para los niños; les ayudan a desarrollar destrezas e incluso, tolerancia a la frustración, explica Hugo Sánchez Castillo, investigador del Departamento de Psicobiología y Neurociencia de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Actualmente, con la pandemia, podríamos sacar provecho de los videojuegos; verlos como un aliado para hacer más llevadera la situación de confinamiento. Si se utilizan de manera responsable y sin abusar de ellos, podrían ser una herramienta que ayude a motivar a los niños en la realización de ciertas actividades para su desarrollo mental.

Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca que “…aunque los videojuegos pueden ser una forma de relajarse, cuando se está en casa mucho tiempo se puede caer en la tentación dedicarles más tiempo del habitual. Asegúrese de mantener un equilibrio adecuado con las actividades sin dispositivos electrónicos”.

Efectos positivos

Para el especialista, es importante resaltar que el videojuego es una responsabilidad compartida; no solamente del jugador, sino también del proveedor del videojuego, es decir, los padres o tutores, y de quien los produce, pues deben regularse los contenidos.

Si los videojuegos están bien dirigidos, tienen efectos deseables en los niños. Por ejemplo, pueden mejorar la capacidad de planeación cuando los “obligan” a utilizar estrategias y elementos que los llevan decidir a futuro para saber qué puede pasar en el videojuego.

Además, mejoran los tiempos de reacción, pues en algunas situaciones se tiene que presionar un botón a cierta velocidad o seguir una secuencia; todo esto en un tiempo límite y a contra reloj.

Igualmente, aspectos de la memoria a corto plazo se ven beneficiados, ya que dentro de los juegos se exponen algunos retos en donde hay que recordar situaciones u objetos que se vieron antes o que están inmersos en el videojuego. Todo esto mejora la atención, la concentración y la memoria.

Lo anterior, en consecuencia, contribuye a perfeccionar las habilidades cognitivas como la toma de decisiones. “Entonces, desde una perspectiva más amplia, los videojuegos pueden funcionar como excelentes aliados para ampliar diversas destrezas. Aunado a ello, este tipo de entretenimientos puede ser altamente reforzante, pues los niños entre más avanzan, más desean continuar jugando por un largo tiempo”.

Las dos caras de la moneda

Es el caso de la plataforma Minecraft, que contiene juegos de construcción los cuales permiten no sólo tener habilidades sociales, sino también proporciona habilidades espaciales, de toma de decisión, de generación de elementos, donde la estimulación es altamente reforzante para los jugadores.

Sin embargo, como todos los videojuegos, tiene algunos aspectos negativos, y es que tiene la alternativa de jugarse en línea con otros niños, lo que podría significar una amenaza porque existen muchos depredadores de menores que se encuentran al acecho de la primera oportunidad que se les presente.

Es en este momento que los padres o tutores tienen la responsabilidad de custodiar cómo y con quién están jugando sus hijos, acompañándolos para que la experiencia sea dirigida.

Los videojuegos tienen diversos usos: para reforzar habilidades, para cuestiones médicas y de salud, así como recreativos y de entrenamiento.

Sin excesos

Hugo Sánchez hace énfasis en que debe limitarse el tiempo de utilización de los videojuegos, sobre todo en los niños. Estar con este tipo de juegos no debe interferir con otras actividades como el comer o hacer la tarea, el posponer sus obligaciones por estar jugando indica que los videojuegos ya se están utilizando en exceso y se está perdiendo el control sobre ellos.

Los videojuegos tienen una clasificación que permite identificar qué juegos se pueden utilizar dependiendo de la edad de cada usuario.

“Si el niño de 10 años usa un juego recomendado para un joven de 21, por supuesto que se va a enfrentar a situaciones que aún no alcanza a comprender, pues podría confundirse entre la realidad y la fantasía y es cuando surgen las complicaciones.

La clasificación está en función de la madurez mental del usuario, por lo tanto, a los adultos les corresponde verificar que el juego que está utilizando su hijo pertenezca a su grupo etario.

El psicólogo nos recuerda que los videojuegos aparecieron como apoyo estratégico para la milicia; se crearon aviones y autos virtuales para entrenar soldados. El objetivo particular de los videojuegos era reforzar sus habilidades e incluso, disminuir pérdidas materiales. Con el tiempo, sus usos fueron cambiando como los conocemos ahora.

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