Argentina.

A diferencia de Alemania, en Argentina no se cuestiona la energía nuclear por los accidentes como el de Fukushima o por los desechos. Funcionan tres centrales. Dos de ellas son las de Atucha, a 120 kilómetros de Buenos Aires.

Ambas con tecnología alemana. Allí se planea erigir otra más, pero esta vez con maquinaria china. El proyecto ha cobrado nuevo impulso con el reciente ingreso de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda.

“La Nueva Ruta de la Seda nos ayuda todavía más a la parte seguramente de financiamiento y apoyo del lado de China, a construir la central. No solo es importante la energía que va a producir, si no el desarrollo local y el impulso que puede dar tanto en ciencia técnica como en desarrollo de proveedores” explicó el Vicepresidente de Nucleoeléctrica de Argentina, Jorge Sidelnik.

La Nueva Ruta de la Seda es una iniciativa de China para impulsar su comercio exterior y la infraestructura para facilitarlo. 145 países se han adherido, incluidos europeos como Italia y Austria, y latinoamericanos como Chile y Perú.

Avances en infraestructura 

En Argentina no sólo impulsará la energía nuclear, sino también la solar, la hidroeléctrica, la extracción de litio, la construcción de gasoductos y el mejoramiento de trenes de cargas.

El presidente de la Cámara Argentino China de Comercio celebra la decisión del Gobierno de Alberto Fernández de sumarse a la Ruta de la Seda, pero aclara que los inversores chinos, al igual que los norteamericanos y europeos, también buscan rentabilidad, aunque quizás a más largo plazo.

“Que muchas empresas chinas empiezan a mirar a los que suscriben la iniciativa con ojos distintos, es decir, como un destino de sus inversiones. Lógicamente hay que saber capitalizar eso, cuando vienen los inversores hay que recibirlos con las mejores políticas de seguridad jurídica”, destacó Sergio Spandone, presidente de la Cámara de Comercio Argentina China.

El economista y profesor universitario Ariel Slipak analiza que el ingreso a la Ruta de la Seda, no necesariamente implica que la Argentina se someta a los designios de China.

“Va a traer algunos beneficios para algunos grupos económicos determinados, sectores vinculados a la infraestructura, asociados a las obras de infraestructura que va a llevar adelante la República Popular de China en Argentina que va a financiar, pero en otros casos puede ser perjudicial para movimientos socioambientales y demás que se sienten perjudicados por esos proyectos”, comentó Ariel Slipak.

Sólo el proyecto de la central nuclear alcanza los 8.300 millones de dólares y se terminaría dentro de nueve años. Además, se firmaron acuerdos por otros 23.700 millones de dólares para diversas obras.