EEUU.
Los peces payaso establecen una relación de simbiosis con las anémonas, de la que ambos obtienen beneficios, pero además el animal es capaz de controlar su crecimiento para ajustarlo a su anfitriona.
Un estudio que publica Scientific Reports ofrece la primera prueba experimental de que la plasticidad de crecimiento de los vertebrados responde a una interacción mutualista, en la que ambos socios sacan partido, y explica por qué el tamaño de los dos está tan estrechamente correlacionado en la naturaleza.
Científicos de las universidades de Newcastle y Boston (EE.UU) investigaron la relación entre el tamaño del pez y el de la anémona en una serie de experimentos de laboratorio.
Los peces con anémonas más grandes crecían más rápido que aquellos con anémonas más pequeñas, aunque no todo dependía del espacio en estas. Los autores consideran que, al ajustar su crecimiento, los animales «probablemente maximizan su valor reproductivo».
En las pruebas quedaron descartados factores como la disponibilidad de alimento y de espacio por sí mismo como posibles mecanismos.
Una posible explicación es que la disponibilidad de espacio junto con una señal biológica del huésped mutualista son responsables del patrón, y conocer el mecanismo exacto de este fenómeno será objeto de futuras investigaciones.
La autora principal, Theresa Rueger, de la Universidad de Newcastle, destacó que los peces payaso “son fascinantes” por su capacidad para ajustar su ritmo de crecimiento a sus entornos específicos, ya sea para evitar conflictos con otros más grande o para asegurarse de que tienen el tamaño ideal para sus anémonas.
Las anémonas son importantes porque les protegen de los depredadores y, cuanto más grande sean, más espacio tendrá el pez para moverse y alimentarse sin dejar de estar a salvo.
«Nuestros datos de los peces salvajes muestran que el tamaño de la anémona y el de los peces están muy correlacionados: los peces grandes están siempre en anémonas grandes”, destacó.
El estudio demuestra, según los autores, que no es una coincidencia, sino que los peces regulan activamente su crecimiento para adaptarse a su anémona huésped.
Rueguer dijo que aún hay que entender cómo funciona ese mecanismo y qué es lo que hace que el pez decida el tamaño que necesita.
Los investigadores ya saben, a través del experimento, que no es la disponibilidad de alimento, pues todos los peces obtuvieron la misma cantidad.
Tampoco depende de la disponibilidad de espacio por sí sola, pues los animales no mostraron la misma plasticidad cuando estaban sobre anémonas de silicona, ”así que parece ser algo sobre la propia pareja mutualista. Queda mucho por investigar», consideró.
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