París, Francia. 

Ante olas de calor cada vez más frecuentes, París desea ampliar su desconocida red de «frío urbano» gracias al agua de su río, el Sena, que permite mantener algunos de sus monumentos a buena temperatura y evitar el uso del aire acondicionado.

Desde hace 20 años, unos 89 kilómetros de tuberías de agua a 4 °C corren bajo los pies de los parisinos para mantener frescos varios de los lugares más emblemáticos de la capital, como el museo del Louvre o la Asamblea Nacional, la cámara baja del Parlamento.

La capital francesa pretende convertirse en «la mayor red de refrigeración del mundo» para 2040. Para 2042, aspira a que «todos [sus] barrios» estén integrados en ese sistema, según Dan Lert, adjunto a la alcaldesa de París encargado del agua.

En el futuro, esta red de frío se utilizará en todos los hospitales parisinos, en algunas escuelas y en las estaciones de metro.

No muy lejos del río, una discreta escalera de caracol conduce a una estación de refrigeración de agua a 40 metros de profundidad.

El lugar es un laberinto de bombas y cañerías verdes, azules y grises. En uno de los cuatro niveles de esa estación, que abrió en 2008, se filtra el agua del Sena. A continuación, el agua desciende por varios tubos, donde una pared la separa del circuito cerrado de refrigeración.

Museos, centros comerciales y hoteles 

En el piso de abajo, una bomba presuriza una unidad de refrigeración para enfriar el agua y la inyecta en el circuito subterráneo.

El sistema funciona de forma casi autónoma, controlado por dos técnicos a distancia, desde una estación central.

A diferencia de la calefacción urbana en París, la refrigeración por agua no se destina al uso residencial o privado sino principalmente a los centros comerciales.

«Nuestros clientes son edificios y oficinas, centros comerciales, museos, instituciones o incluso hoteles», resume Benoit Reydellet, director del proyecto Fraîcheur de Paris.

El agua del Sena permite en parte que el museo del Louvre, la Asamblea Nacional o los estudios de Radio France se mantengan a una temperatura fresca.

El sistema funciona todo el año, ya que los grandes comercios o museos necesitan controlar el nivel de humedad ambiental.

En invierno, la planta puede utilizar el sistema de «free cooling», que le permite producir frío sin consumir electricidad poniendo «el agua del Sena directamente en contacto con el agua de la red», explica Reydellet.

A los clientes se les cobra 137 euros por megavatio-hora de refrigeración. Según Reydellet, «es bastante caro, pero mucho más ético que el frío producido por instalaciones autónomas» como el aire acondicionado.

En cuanto al agua utilizada, calentada por la central eléctrica que le extrae el frío, acaba volviendo al río a través de cuatro canales de drenaje.

Los pocos grados de diferencia con la temperatura ambiente no tienen «impacto en la fauna y la flora» del Sena, asegura Reydellet.

Por: Quentin BOULEZAZ.