EEUU.

A pesar de que la mayor diversidad del planeta se encuentra en los trópicos, los programas de estudio de las licenciaturas en biología alrededor del mundo se centran en textos y ejemplos de zonas templadas, revela un estudio publicado en PLoS Biology.

El 80 por ciento de la biodiversidad del planeta se encuentra en los trópicos; la mayoría de la población humana vive ahí, y muchos de los fenómenos que enfrentaremos en el futuro se centran ahí. Pero lo que más enseñamos a los biólogos en formación son textos y ejemplos sobre zonas templadas”, afirmó a SciDev.Net Jennifer Stynoski, docente del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (UCR) y coautora del trabajo.

Esta paradoja es evidente en el programa Research Experiences for Undergraduates de la National Science Foundation de Estados Unidos, donde menos del 5 por ciento de los proyectos de biología becados a hasta mayo de 2022 se enfocan en los trópicos.

Asimismo, durante un análisis en 2019 de sitios web con materiales educativos, Stynoski y varias de sus colegas estimaron que solo 2 por ciento de los módulos estaban dedicados a la biología tropical.

“Nuestra conclusión también viene de la experiencia personal y anecdótica”, apunta en entrevista con SciDev.Net otra de las autoras de artículo, Jennifer Powers. Al trabajar en países tropicales, esta profesora de la Universidad de Minnesota ha notado la falta de recursos didácticos basados en el lugar y que los libros del plan de estudios promedio muestran temas como la sucesión ecológica con casos como el de Glacier Bay en Alaska.

Las científicas asocian este sesgo con una visión colonialista de los trópicos. “Pensamos en los trópicos como lugares exóticos. Nos preguntamos, ¿por qué hay tanta diversidad ahí?, y con un poco de imaginación la pregunta podría ser al revés: ¿por qué las zonas templadas son tan poco diversas?”, comenta Powers.

Para fomentar este cambio de paradigma, proponen crear e incorporar a las clases recursos educativos abiertos en línea como los de OCELOTS Network, basados en investigaciones auténticas sobre los trópicos.

“Hay módulos donde se enseña cómo analizar datos recogidos en campo, pero también incluyen entrevistas con campesinos, con autoridades de los parques nacionales y todo esto muestra una forma diferente de hacer ciencia”, dice Stynoski.

Andrea Vincent, profesora de la Escuela de Biología de la UCR y quien no participó en el artículo, coincide parcialmente con las autoras. “Es cierto que usamos libros de texto producidos en el Norte global, con casos predominantemente de zonas templadas, pero los complementamos con literatura primaria enfocada en los trópicos”, dijo a SciDev.Net en un e-mail.

Ella y sus compañeros estudian, principalmente, los ecosistemas tropicales de Costa Rica y suman ese conocimiento al proceso de enseñanza. “Además, tenemos un fuerte componente de biología de campo. A lo largo de su carrera los estudiantes de Biología de la UCR visitan bosques nubosos, lluviosos de bajura, páramos, bosques secos… lo que hace imposible quedarse enfocados en ecosistemas templados”, añade la investigadora.

Según Vincent, el artículo termina replicando el colonialismo que cuestiona en primer lugar: “Toma al estudiante ‘por default’ como alguien basado en el norte global con barreras para acceder a los trópicos, y definitivamente no aplica para las universidades nacionales en países tropicales. ¿Cómo no incluiríamos aspectos de investigación tropical en nuestras clases, si vivimos e investigamos en el trópico?”.

Por su parte, Eduardo Santana, director general del Museo de Ciencias Ambientales de la Universidad de Guadalajara en México, piensa que el problema que exponen Powers, Stynoski y colaboradores no necesariamente radica en una perspectiva colonialista de los trópicos, sino en la propia complejidad de los ecosistemas tropicales.

“Lo que podría ser una clase sencilla sobre ecología de suelos en la tundra, se convierte en una clase muy compleja cuando se habla de suelos tropicales, y eso hace al ejercicio docente más difícil”, comentó Santana a SciDev.Net vía WhatsApp.

Más allá de eso, Vincent y Santana apoyan la propuesta de las autoras sobre diversificar la enseñanza. “Considerando nuestra creciente comprensión de la biósfera planetaria y la globalización de procesos ecológicos ya es ineludible que las clases de ecología en todo el mundo revisen cada uno de los biomas”, concluye Santana.