Alemania.
Se necesitan «cambios transformadores» para salvar a las especies silvestres de la extinción y preservar los ecosistemas que son esenciales para la vida humana, dicen los autores de dos informes históricos de la Plataforma Intergubernamental Científico-Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
Los informes examinan las opciones para utilizar las algas, los animales, los hongos y las plantas terrestres y acuáticas de forma sostenible. «Casi la mitad de la población mundial depende en mayor o menor medida del uso de especies silvestres», dijo John Donaldson, copresidente de IPBES.
El 70% de los pobres depende de las especies silvestres
La gestión sostenible de las especies silvestres reforzaría aún más uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU: la lucha contra la pobreza y elhambre. Dos tercios de los cultivos alimentarios, por ejemplo, dependen en gran medida de los polinizadores silvestres. Además, las plantas silvestres, los hongos y las algas forman parte de la dieta de una quinta parte de la población mundial.
Alrededor del 70% de las personas con bajos ingresos en el mundo dependen directamente de las especies silvestres, y el uso de especies arbóreas silvestres es una importante fuente de ingresos para millones de personas en todo el mundo.
Pero, al mismo tiempo, los dos mil millones de personas que necesitan madera para cocinar están destruyendo la biodiversidad. La mayoría accede a madera insostenible, con unos 5 millones de hectáreas de bosque que se pierden anualmente por la deforestación.
Las especies silvestres también pueden producir ingresos sin necesidad de recolectarlas para alimentarse o talar su hábitat.
El turismo de naturaleza, como el buceo, el senderismo o el avistamiento de especies silvestres, generó 118 mil millones de euros de ingresos en 2018. Los parques nacionales y las áreas protegidas fueron visitados por 8 mil millones de personas en todo el mundo antes de la pandemia, generando unos 600 mil millones de dólares al año. La infravaloración de la naturaleza a la hora de tomar decisiones políticas y económicas empeora la crisis de la biodiversidad mundial, dicen los autores.
De la moda del sushi a la resurrección del atún
El atún rojo había estado al borde de la extinción desde la década de 1980 debido a la creciente popularidad del sushi, señaló Donaldson. Pero el acortamiento de la temporada de pesca, el aumento de la talla mínima del pez, las nuevas herramientas de seguimiento y control de la actividad pesquera y la fuerte reducción de la capacidad de pesca, así como las cuotas anuales, han hecho que las poblaciones se recuperen.
Los autores recomiendan niveles similares de innovación en la industria maderera, incluyendo el establecimiento de un sistema de certificación que funcione, el fin de la tala ilegal, una fuerte normativa estatal, y una silvicultura que respete los derechos territoriales de los pueblos indígenas y apueste por las especies silvestres en lugar de los monocultivos.
Comunidades indígenas «infravaloradas»
A la hora de proponer cómo se podrían proteger y utilizar mejor los ecosistemas, el informe destaca el papel de las comunidades indígenas.
Los estilos de vida sostenibles de los pueblos indígenas incluyen la rotación de cultivos y el descanso del ganado, dejando de cosechar o cazar ciertas especies durante determinadas estaciones, todo ello con el objetivo de mantener o incluso aumentar la biodiversidad.
El informe señala que suele haber menos deforestación en las zonas donde viven las comunidades indígenas.
Este reconocimiento de los conocimientos indígenas «es un avance», afirma Viviana Figueroa, del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad. Y añade que «los indígenas están haciendo el verdadero trabajo de conservación de las especies sin que se les pague por ello».
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