Colombia.

Como decía Héctor Lavoe, “La calle es una selva de cemento. No hay duda en que la avenida El Dorado es una en donde el concreto, el hierro y la carne se funden”. Una alameda de 14 kilómetros que nace en los cerros orientales de Bogotá y cobra vida con las casi 10 millones de historias que se entrecruzan.

“Creo que no es solamente una de las más importantes, sino que creo también que es la avenida más bonita que tiene Bogotá. La avenida empezó a ser construida más o menos hacia los años 50 como un punto de unión entre el Aeropuerto Internacional El Dorado y el Centro Internacional”, explicó el historiador, Alfredo Barón.

La alfombra roja que da la bienvenida a los viajeros del aeropuerto El Dorado atraviesa de Occidente a Oriente la capital. Grandes carriles, imponentes edificios y obras de artistas nacionales e internacionales que fueron instaladas por instituciones públicas y privadas, acompañan el tramo que conecta, como una arteria, el corazón de la ciudad.

“Esto implica, cómo también darle una modernidad a la ciudad desde su entrada. También el concepto del arte moderno, ya que los artistas que vemos allí, que están expresando, que están mostrando o que tuvieron la posibilidad, o que están ahí posando en sus obras. son artistas absolutamente contemporáneos. Estamos hablando, por ejemplo, de Eduardo Ramírez Villamizar, que tiene una doble pieza que se ajusta al otro lado. Es que yo me tomé el nombre de Victoria de Samotracia. Él también tiene que ver mucho con el concepto ancestral. El camino es como una revivir con el concepto naturaleza. Pero entonces la representación geométrica, es abstracto geométrico en escultura y además en escultura monumental”, explicó el artista, Juan Carlos González.

El monumento, ventanas, horizontes o incluso la misma figura del intrépido viajero de Antonio Seguí, hacen parte de este proyecto iniciado en 1994. Sin embargo, el desafío va más allá de lo artístico en una ciudad donde matan y roban de forma inclemente. La calle 26 no es la excepción. Involucrar al habitante con su ciudad y su cultura es indispensable.

“Porque nosotros estamos muy desinformados, no sabemos qué es lo que tenemos y nos vamos para otro país a mirar otras bellezas de arte, que son menores que las que tenemos”, acentuó José Manuel Pérez, mecánico de bicicletas.

Esta convergencia entre el arte y la ciudad de alguna manera evidencia la realidad del país, bella, pero con dificultades y contradicciones. Se puede decir que Bogotá tiene el museo más grande del mundo, con 14 kilómetros de esculturas, pinturas, paisajes y una variada oferta cultural, comercial y residencial. En uno de los proyectos más ambiciosos de la urbanística colombiana.

Sí, la calle 26 nos permite reconocernos en la ciudad, es la suma de muchas voces que buscan establecer su visión y dejarle saber al viajero y al mismo bogotano que la ciudad es de todos.

Por: Directo Bogotá.