Nairobi, Kenia.
Delegados internacionales se reúnen a partir de este martes en Nairobi para negociar un acuerdo, esperado desde 2020, de protección de la naturaleza dañada por las actividades humanas, con miras a la COP15 sobre biodiversidad que se celebrará del 5 al 17 de diciembre en Montreal, Canadá.
Los 196 miembros del Convenio para la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU -195 Estados y la Unión Europea, sin Estados Unidos- trabajan en un marco mundial para «vivir en armonía con la naturaleza» de aquí a 2050, con una etapa en 2030.
En este texto, que algunos esperan tan ambicioso como el Acuerdo de París sobre el Clima, se trata de proteger al menos el 30 por ciento de las tierras y océanos de aquí a 2030, reducir la contaminación plástica y agrícola o garantizar la correcta aplicación de los objetivos adoptados.
Los Estados han incumplido sus compromisos en la última década y la degradación de la naturaleza, que proporciona agua potable, aire y alimentos, continúa a un ritmo frenético.
«Es importante aumentar la protección de la naturaleza, la restauración de las zonas degradadas y evitar nuevas degradaciones de hábitats naturales por el desarrollo de infraestructuras y la contaminación», resume Linda Krueger de la oenegé The Nature Conservancy.
Prevista inicialmente en octubre de 2020 en China, la conferencia COP15 fue aplazada varias veces debido al covid-19. Una primera parte, protocolaria, se realizó en Kunming en octubre de 2021.
La segunda, donde deben concluir las negociaciones, será en Canadá, pues la política cero covid de Pekín hizo imposible su celebración en Kunming, China.
Los delegados de los distintos países se reunieron por primera vez en persona en marzo pasado en Ginebra durante dos semanas de trabajo duro, que no fueron suficientes, por lo que del 21 al 26 de junio en Nairobi se celebra una última sesión de debate antes de la propia COP.
La financiación en el centro del debate
«La reunión de Nairobi debe responder a una simple pregunta: ¿vamos a abrir la COP15 sobre bases sólidas o tambaleantes?», afirmó a la AFP Li Shuo de Greenpeace.
La cuestión de la financiación estará en el centro de los debates, pues divide a los países en desarrollo y a los países desarrollados.
En la clausura de la reunión de Ginebra, una coalición de países de África, Suramérica y Centroamérica sorprendió al pedir «al menos 100.000 millones de dólares al año en un primer momento y luego 700.000 millones de dólares al año de aquí a 2030 y más allá», sumas que según los países ricos son inalcanzables.
«Un desafío será reconstruir la confianza sobre las finanzas entre los países desarrollados y en desarrollo», que albergan una gran parte de la biodiversidad mundial, porque de lo contrario será difícil ponerse de acuerdo sobre estos ambiciosos objetivos, comentó Oscar Soria, de la oenegé Avaaz.
Muchas oenegés piden un mayor reconocimiento del papel de los pueblos indígenas, cuyos territorios tienen una rica biodiversidad.
El nuevo marco debe reconocer el «importante papel de los jóvenes líderes, los pueblos indígenas y las comunidades locales y las mujeres en la protección de la biodiversidad», insiste Kaluki Paul Mutuku, director de África de Youth4Nature.
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