Brasil.-

Desde hace casi siete años los estudiantes, Paulo César Costa y Nayara Costa encontraron en el violín una esperanza.

Nayara Costa acudía todos los días a un semáforo para poder ganar dinero y comprar su propio instrumento.

Ella y Paulo comenzaron tocando en las calles. Las personas que pasaban los apoyaban dejando dinero en un bote el cual colocaban sobre una silla. Estos estudiantes comparten un sueño: ser parte de una gran orquesta.

Impulsados por el apoyo familiar reconocen que por ahora no es fácil, sin embargo conservan la esperanza de, en el futuro, ayudar a sus familias de una forma sustentable.

Por: UNIFOR