Francia.

El 15 de abril de 2019, un gigantesco incendio asoló a la Catedral de Notre Dame, una obra maestra del arte gótico, provocando el derrumbe de su armazón, su famosa aguja, su reloj y parte de su bóveda arrasada por las llamas ante la mirada atónita de millones de personas en el mundo.

El enorme agujero que quedó en el edificio, ha sido sustituido por andamios que también cubren los laterales. Los titánicos trabajos comenzaron en abril de 2019 con las tareas para asegurar la estabilidad del edificio, entre ellas la colocación de cimbras en los 28 contrafuertes, el desmantelamiento de los andamios que rodeaban la aguja, la retirada de escombros o la descontaminación de las 450 toneladas de plomo que en parte fueron a parar a la atmósfera.

Esta etapa importante se llevó a cabo bajo importantes medidas de seguridad y se completó a mediados de 2021, con un coste total de unos 163 millones de dólares.

Paralelamente a las obras en la Catedral continúan los trabajos de restauración en talleres artesanales de toda Francia.

A principios de marzo, las excavaciones preventivas depararon una gran sorpresa: el descubrimiento de un sarcófago de plomo y de los restos de la antigua tribuna de la catedral del siglo XIV, hecha de piedra y que separaba el coro litúrgico de la nave y de los fieles.

Antes del incendio, la catedral recibía casi 12 millones de visitantes, se hacían 2.400 misas y 150 conciertos al año. Espera que pueda reabrir sus puertas en 2024